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El último día en el Lycée había finalizado, y aunque sentía un deje de nostalgia al saber que esa etapa de su vida quedaba atrás, el entusiasmo hacia lo que el futuro le deparaba era la emoción predominante para Marinette, especialmente, ante la perspectiva del baile de fin de curso, donde planeaba confesar por fin sus sentimientos por Adrien. Pero eso sería la noche del viernes. Hoy, aún era jueves, pero la noche parecía casi igual de prometedora.

Independientemente del baile arreglado por la escuela, la hija del alcalde, Chloé Burgeois había organizado una reunión extraoficial, exclusiva para los chicos del grupo. Todos estaban invitados, sin excepciones. La idea de pasar la noche con la rubia y con Lila Rossi, quien también estaba invitada, no le resultaba especialmente tentadora. Sí, Chloé se había vuelto un poco más soportable con el paso de los años; podría decirse incluso que había madurado... Pero ellas dos tenían historia juntas, y no en el buen sentido. Se toleraban, claro, pero eso era todo. ¿Pero qué importaban un par de presencias indeseables ante la perspectiva de pasar una noche con sus amigos? Más aún, esa sería una de las últimas veces en las que estarían todos juntos antes de que la vida universitaria los atareara. A demás, iría Adrien; su padre estaba fuera de la ciudad, así que había logrado convencer a Nathalie de que lo cubriera. Era una oportunidad que no desperdiciaría por nada, ni por nadie.

Como habían acordado, Alya pasó por ella y se despidió de sus padres, llevando consigo una pequeña mochila con su pijama favorito, un kit de higiene personal y una pequeña cabina adaptada para Tikki. El plan era divertirse en un salón del hotel Le Gand Paris; bailar, rememorar viejas anécdotas, tal vez ver una película: después, las chicas se quedarían a dormir en una de las suites principales y los chicos en otra; en la mañana desayunarían algo todos juntos y finalmente, cada uno volvería su casa para alistarse para el baile. Por lo menos, eso era lo que Marinette tenía en mente.

- ¿Puedes llevar la mochila en tus piernas? - Preguntó Alya. La pelirroja tenía un pequeño auto que sus padres le habían obsequiado ahora que entraría a la universidad, y ella amaba conducirlo a la menor oportunidad. Prueba de eso es que irían en el auto a pesar de que el hotel estaba a unas calles.

- Claro. - Respondió la peliazul, mientras se acomodaba en el asiento de copiloto. En cuanto levantó la mochila, notó que el peso era sospechosamente excesivo. - Alya, ¿por qué tu mochila pesa tanto? - Preguntó, con un dejo de desconfianza.

- Es una sorpresa. - Respondió la pelirroja con un guiño.

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No fueron las primeras en llegar; Max, Kim, Nino, Rose, Nathaniel, Sabrina, y por supuesto, Chloé, ya estaban allí. El resto de los chicos fue llegando en el transcurso de la tarde. Adrien fue de los últimos, haciendo su entrada poco antes de que el sol se ocultara. La última fue Lila, luciendo un ajustado vestido rojo y zapatillas a juego que, al igual que su maquillaje, parecían un poco excesivos para la reunión. Aún así, Marinette sintió que, en contraste, su conjunto de falda rosa, blusa blanca, balerinas y un listón en el pelo era demasiado infantil. Incluso deseó haberle echo caso a Alya y haberse puesto algo más que brillo labial.

Sus preocupaciones pronto quedaron olvidadas; Nino no tardó en instalarse como DJ, reproduciendo una animada mezcla que puso a todos a bailar. Markov, el pequeño robot de Max, hacía de esfera disco proyectando haces de luz neón que le daban un efecto psicodélico a la habitación. Todos bailaban como grupo, haciendo un círculo donde alguien era empujado al centro y obligado a mostrar sus mejores pasos de baile. Cuando fue el turno de Adrien, algo en sus movimientos hizo que Marinette recordara a Chat Noir. Pocas veces había visto esa faceta tan desenfadada de su eterno crush, pero le encantaba.

En algún momento, Alya apareció con un par de botellas de tequila. En ese momento, el peso de su mochila cobró significado. Marinette hizo una mueca, pero casi todos los demás festejaron la aparición de las botellas. Más tarde saldría a la luz que la pelirroja no era la única que había introducido alcohol a la fiesta, pero en ese momento, todos estaban concentrados en hacer honor a esas botellas.

La primera en beber fue Alya. Después, le siguió Lila, ansiosa de tener la atención sobre ella. La italiana tenía cierta experiencia con el alcohol, así que pasó el tequila como agua. Después fueron Nino, Kim, Alix, Chloé, y sorprendentemente, Adrien. El modelo estaba nervioso, pero era su primera fiesta de ese tipo, y quería experimentar todo lo posible, pues no sabía cuando se repetiría la oportunidad. Cuando llegó el turno de Marinette, ella rechazó el trago.

- No sean pesados con ella. Si tiene miedo, no hay por qué molestarla - Comentó Lila, con un toque de malicia que, aparentemente, solo ella detectó.

Por supuesto, no iba a dejar que esa víbora la llamara cobarde entre líneas, así que tomó el caballito y lo vació de un trago. El líquido bajó por su garganta, quemando, obligándola a cerrar los ojos con fuerza por la sensación. Pero tras unos segundos, el ardor se convirtió en un calorcillo agradable. Todos la vitorearon, y la fiesta continuó.

Después del primer trago a secas, un poquito de alcohol mezclado con el ponche no parecía tan malo. Un par de horas después de comenzada la fiesta, no podría decirse que Marinette estaba borracha, pero sí un poco alegre. Sus mejillas habían adquirido un leve arrebol que a Adrien, quien bailaba cerca de ella, le pareció adorable; cuando se lo dijo, dejó de funcionar por unos segundos.

De pronto, la música se detuvo. Se oyeron sonidos de protesta, pero Chloé los hizo callar.

- Bien, chicos, es momento de hacer esta fiesta más interesante. ¿Que tal si jugamos un juego? - Exclamó la abeja reina, quien sí estaba algo borracha.

- ¿Qué clase de juego? - Preguntó Nathaniel con desconfianza.

- Ya lo verán. Pero primero, necesito que todos pongan sus celulares en esta canasta. Si las cosas se salen de control, no quiero que haya evidencia. - Para Marinette, fue bastante obvio que esa precaución iba dirigida hacia Alya, aficionada a registrar todo en video, y Lila, quien había subido varias histories a lo largo de la noche. Picados por la curiosidad, los chicos obedecieron.

- Perfecto. Ahora, vamos a necesitar un poco más de alcohol.

- ¡Yo me encargo de eso! - Exclamó Kim, antes de abandonar la estancia como un torbellino. Un minuto después, estaba de vuelta, con una botella de vodka en la mano.

- Perfecto. Por último, vamos a necesitar una botella vacía. - De un trago, Kim se encargó de acabar con los últimos vestigios de tequila de una botella. - Genial. Ahora, explicaré las reglas. El juego es una variante de verdad o reto. Todos van a sentarse en un círculo bastante amplio; así no va a importar quien se siente frente a quien. Alguien girará la botella; a quien apunte la boca, manda, y a quien le toque la base, obedece. Quien obedece puede elegir si prefiere verdad o reto. Para que no se vayan por el camino fácil y elijan verdad todo el tiempo, esto solo se puede elegir dos veces seguidas. Entonces, si dos personas ya eligieron verdad, la tercera tendrá que cumplir con un reto forzosamente. Por supuesto, pueden librarse de cumplir a cambio de un castigo; un shot de vodka.

La mayoría parecían algo entusiasmados por la idea, pero Marinette no estaba convencida de querer jugar. Mucho menos después de la mirada maliciosa que le dedicó Lila. Pero iba a jugar; esa noche, nadie más diría que Marinette Dupain-Cheng era una cobarde.


¡Hola! Les traigo otra de mis pequeñas locuras sobre este fandom. Espero que les haya gustado la introducción. Para los que no han leído mis otros fics, les advierto que tiendo a recurrir a la mala comedia, doble sentido y escenas picantes.

Agradezco los reviews.

Verdad o RetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora