-｡･:*˚:✧｡ La única forma de Jane de
expresar y comprender sus
sentimientos es escribiendo
cartas que nunca se entregarán
a su destinatario.
-｡･:*˚:✧｡ Sir...
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LA CASA DE LA FAMILIA POTTER se encontraba en completo silencio durante la madrugada.
Todos dormian profundamente en sus respectivas camas, pero Jane despertó al escuchar ruidos extraños provenientes del piso de abajo.
Tomando su varita que se encontraba en la mesita de noche, decidió ir a ver de dónde venían dichos ruidos.
— Lumos.— susurró haciendo que una luz emergiera de su varita.
Llegó a los pies de la escalera y camino por el recibidor de la casa, grande fué su sorpresa al encontrar l fuente del ruido.
—¿Black?— preguntó apuntandolo con la luz.
Al alumbrarlo de cerca vió el estado en el que se encontraba el chico y se quedó sin palabras.
Sirius Black estaba destrozado, moretones, el labio cortado, una marca roja en un costado de la cara y unas enormes bolsas negras debajo de sus ojos grises, y en el piso junto a él un baúl.
Dirigió al chico a la sala de estar de la casa y lo sentó en uno de los sillones.
—Nox.— luego de apagar su varita encendió la lámpara de el lugar.
Tomó asiento al lado de Sirius y sin decir nada agarro su rostro con delicadeza y examinó sus heridas, dándose cuenta que la marca roja que había visto antes tenía la inconfundible forma de una mano.
Quitó lentamente sus manos, no tenía idea de que estaba pasando.
— ¿Que te pasó? ¿Quién te hizo esto?
Se quedó algunos minutos en silencio simplemente mirando a un punto imaginario detrás de Jane, hasta que finalmente dijo algo mirandola a los ojos.
— Walburga.— y no hizo falta nada más para que Jane comprendiera que le había pasado al pelinegro.
