Capítulo 2

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Ahí estaba yo, sentada entre todos los demás pupitres del salón. No podía quedarme atrás después de haber recorrido tanto. Era la segunda clase, los maestros se presentaban al salón, y para ser sincera, no estaba prestando la más mínima atención.

Me tocó el pupitre de en medio, claro, no es suficiente estar entre la multitud, tenía que sentarme a la vista de todos.

Y es que aquella figura que se encontraba fuera del aula ya me tenía a la vista, no paraba de mirarme fijamente desde la ventana, era complicado de describir. Pero en términos sencillos era algo con la piel lo suficientemente blanca para hacerse notar, de ojos vacíos y desorbitados que aún así parecían mirarme, lucía como una persona, pero su presencia dictaba lo contrario.


Mientras más pasaba el tiempo, más me asustaba. Mis nervios avanzaban en cada rincón de mi cuerpo, y la boca semi abierta que la figura pálida enseñaba frente a mí no ayudaba, agaché la cabeza conforme comenzó a abrirla aún más, soltando un silencioso gorgoteo que no dejaba de turbarme. Quería salir de ahí. 

Cuando la campana sonó esperé a que algunos se quitaran del aula, para finalmente salir, normalmente me quedo a almorzar en el salón, pero quería escapar, no quedarme.  No conocía mucho el lugar, por lo que opté por ir al baño, mi segundo lugar preferido de la escuela seguido del salón de clases vacío, sin pensarlo corrí hacía el segundo piso.

Conforme caminaba sentía la presencia del espectro. Un escalofrío hizo que mirara atrás y esa cosa estaba corriendo detrás de mí, me asusté, de verdad me asusté, pensé que si salía del aula podría dejar de seguirme, pero al parecer no fue así. Sé que quería que volteara, quería que lo vea, que lo mirara a los ojos, pero no quise hacerlo. Subí las escaleras tan rápido como pude.

Cuando estaba en el segundo piso, me detuve en seco, casi tambaleandome por haber frenado de golpe, pero es que me sorprendió bastante el silencio que había, los corredores vacíos, los salones cerrados, parecía inhabitable aunque era el descanso donde se suponía habría mas gente. ¿Por qué no hay nadie? 

Continué caminando dubitativa a paso lento y mirando a mi alrededor, una cosa es estar solo en casa, o en algún lugar que conozcas a la perfección, pero otra es estar solo en la escuela. 

EN LA ESCUELA QUE APENAS CONOZCO.

Nuevamente me detuve por un instante, algo iba mal, no sabía qué, pero lo sentía. Algo se aproximaba. Por alguna razón, me olvidé de lo que estaba haciendo, y miré hacía la ventana del pasillo, el sol iluminaba bastante, el frío junto con la cálida luz del sol era realmente agradable. 

Y de repente todo se detuvo, me quede a observar el paisaje, nunca me tomé la molestia de mirar desde estas alturas. 

¿Vaya, es esto a lo que los seres humanos le llamamos naturaleza?

El pintoresco cielo azul estaba cubierto de nubes blancas, de mil formas y tamaños. Los pétalos rosados que caían de los arboles volaban hacía el cielo, presumiendo al mundo lo libres que son, como las aves, podían viajar lejos, lejos hasta donde les llevara su destino. 

Aunque a diferencia de las aves, los pétalos tarde o temprano volvían a  caer. 

Volví a sentir esa tensión que me perseguía hace rato. Un fuerte golpe a la realidad.

 Al mirar el cielo, éste ya no era de color azul, era de un rojo muy brillante, las nubes ya no eran blancas, todas se habían teñido de negro, al igual que un lienzo de pintura, el sol era una esfera de sangre. A lo lejos escuchaba unos gritos desmoronándose, unos horribles chirridos acompañaban tal escena, estaba cerca.

Por instinto, volteo a ver en la esquina del pasillo, ahí estaba de nuevo el mismo espectro que hace poco había desaparecido. Mirándome con esos horribles ojos profundos, lo miré, y el sostuvo mi mirada. Podía notar mi miedo, contemplaba la expresión de horror que habitaba en mi rostro. Y le gustaba. Los chirridos eran más fuertes, tanto que ensordecían mis oídos. 

Sentí tanto frío que estaba comenzando a frustrarme.

Tengo que volver, no puedo quedarme aquí, fue un error venir a un lugar que no conozco, no debí subir al segundo piso. Soy una idiota, verdaderamente una idiota.

Irritada, pero aún a prisas, regresé a las escaleras, mi respiración agitada volviendo mi ritmo cardiaco punzante, comenzando a sudar frío de la desesperación, mis piernas se movían despaboridas, por un instante sentí uno de mis pies resbalar pero recuperé el equilibrio y seguí bajando escalón por escalón.

Era tanta mi desesperación que no me fijé en mi camino al bajar, porque cuando estaba en el descanso de las escaleras choqué con alguien, tenía la sensación de que reboté de manera que caí al piso. ¡Justo en el escalón anterior! ¡Ouch!                                                                                       Aunque no me extraña, siempre fui muy débil.

Levanté mi vista para observar que todo esté bien, pero cuando miré a la persona con la que había chocado, se me erizó la espalda, me paralicé por completo, sin nada que decir.

Choqué con una persona, no lo había razonado por completo. Maldición, ¿que voy a decirle?

El chico me miró con un aire de preocupación, pero no parecía haberse inmutado por el golpe. ¡Debe tener mucha fuerza! Porque me pareció que ese choque había sido muy duro. ¿O es que soy muy pequeña a comparación de él? No, no es tan alto.. Solo un poco.

Debí estar sorda, porque no escuchaba lo que me estaba diciendo, debería de dejar de distraerme en mis pensamientos.

¡Lo siento mucho! No vi mi camino... - Me dijo - ¿Te encuentras bien? ¿Puedes levantarte?

No supe que decirle, aún me costaba analizar la situación, mi boca se había apretado en una especie de nudo que aunque intentara murmurar algo salía tembloroso y ahogado, me sentía como un pez fuera del agua, a excepción que yo no me retorcia y sacudía mi aleta por la falta de aire.

Entonces, de mi boca salieron las únicas palabras que pasaron por mi mente, las primeras que había mencionado en todo el día: 

⎯ ..Lo siento...

Por unos segundos lo miré a la cara, luego me levanté con pesar y sacudí mi falda seguramente empolvada por estar en el suelo, y sin más bajé la otra sección de escaleras que me faltaba cruzar. Pude sentir que me observó al irme, no pude evitar angustiarme

¿Hacía cuanto tiempo que no hablaba con alguien? Si eso se le puede decir hablar.. Aunque si recuerdo bien, la última vez fué en ese día de clases, ese día en la secundaria cuando....

Sacudí mi cabeza, rascandome el cuello que comenzaba a picarme al recuerdo, manía que solía evitar descomponerme, mi pecho se hundió Junto al pensamiento que divagaba en mis nervios. El último día de secundaria, la graduación, las palabras de los maestros, y ese discurso que resité al público que me hicieron dar ganas de vomitar antes de que los demás me sacaran del lugar.

Por instinto, recordar mis errores me hizo recordar también lo que le había respondido al chico de la escalera ¿He dicho lo correcto?

Podía escuchar el ruido de mis zapatos resonar de fondo, señal de mi despedida. Todo esto me resulta tan extraño, pero aún más extraño es que desde ese momento en el resto del día, mi corazón se sintió extrañamente blando, mi pulso se relajó, y no volví a presenciar las anomalías de siempre. 

¿Qué está pasando?..









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