Elísabeth
3 meses antes
Diez... no paro de mover la pierna arriba y abajo...
Nueve... la tapa del boli ya está demasiado rota como para seguir mordiéndola...
Ocho... me incomoda hasta del propio sonido de mi respiración...
Siete... estoy cansada de morderme las uñas...
Seis... ya no cabe ni una sola palabra más en la pizarra...
Cinco... el silencio es muy incómodo...
Cuatro... la persona de detrás mía no para de resoplar...
Tres... un bufido mío escapa...
Dos... el sonido del reloj es cada vez más lento...
Uno... ya me estoy empezando a poner nerviosa...
En el momento en el que el timbre suena, no pudo evitar soltar un grito de alegría. Parece que algunos siguen mi ejemplo. Ese timbre acababa de marcar el principio del verano, el verano que cambiara nuestras vidas. Un verano antes de que nuestro futuro sea lo único que nos importe. Un verano único. El ultimo verano antes de que empiecen nuestras vidas de verdad.
- ¡YA ES VERANOO! - Iván Rodríguez (hasta su nombre suena perfecto) está encima de una de las mesas de la sala, sujetando el montón de hojas y apuntes, y con una mano alzada hacia el techo - ¡enseñémosles a estos idiotas lo que pensamos de su sistema educativo, ya que no nos volverán a ver en su vida!
Cuando me giro a aplaudir y a apoyarle, me doy cuenta de que toda la clase está de pie junto a él, abucheando al pobre profesor que aun sigue en la clase, y que no puede ocultar su cara de horror. Este sin pensarlo, recoge rápidamente sus cosas y se va.
Iván, sin haber notado ni siquiera su ausencia, empieza a coger de todas las mesas nuestras libretas y las hojas sueltas. Las reparte y se sube otra vez a la mesa.
- ¡Que cada uno coja sus hojas y las destruya! ¡Por fin somos libres! ¡Cuando destruyamos estos apuntes ya nada nos anclará a esta prisión de por vida!
Unos gritos de gente de la clase bastan para que los demás asientan con la cabeza y empiecen a romper los folios de todas las maneras posibles, arrugándolos, rompiéndolos, tirándolos por la ventana... algunos incluso se los guardan para luego quemarlos.
Todo este caos me emociona y empiezo a romper todos los míos. Cuando acabo me siento demasiado libre y me recuerdo que nunca mas voy a volver a este sitio tan horrible. La universidad me tiene demasiado nerviosa. Recuerdo que hace unos meses Ali y yo estábamos como locas mandando cartas a nuestras universidades favoritas y también recuerdo el día que me llego la carta de aceptación de la universidad de mis sueños.
Por fin me sentía feliz en mucho tiempo y notaba que esa felicidad me duraría.
Noto que alguien viene me llama desde fuera de la clase. Empiezo a correr, y a rodear a mis compañeros los cuales no paran de gritar. Cuando salgo, mira a los lados y la veo, corriendo hacia mí, con su melena rubia.
-ELII
-ALII
Me acerco a ella corriendo y le doy un abrazo. Noto como sus músculos se relajan y por fin siento ese aroma a lavanda tan característico de ella. Aun abrazadas, consigo ver a una persona detrás de ella que se nos acerca divertido. Cuando él está suficientemente cerca de nosotras como para escucharnos, me separo de Allison y le señalo divertida.
-Mira quien se ha dignado a saludarnos- Mike me mira con cara rara y sin saber de lo que hablo.
-Tampoco es que nos haga mucha falta- me sigue el juego Ali aguantándose la risa.
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Lo que nunca pasó
RandomLucas, un chico de 19 años, frio y misterioso, empieza a sacar a reluzir los secretos mas oscuros del pequeño pueblo La Vahia. ¿Qué pasará cuando encuentren su cuerpo sin vida? ¿Los secretos saldrán a la luz o Lucas se los llevará a la tumba? ¿Será...