Stephanie miró fijamente a los dos hombres en traje que se alejaban de ella. Necesitaba tener sexo. Como para ayer. Durante el año pasado, trabajando para Night and Day Ink, sus hormonas habían estado alborotadas por los "Gemelos Maravilla" alias Bryan y Brent Day... los socios de Royce Night, su jefe. Con sus cabellos oscuros de punta, sus sonrisas que inducen el orgasmo, y oh chico, los piercings, no era de extrañar que las mujeres tuvieran dificultades para hablar con ellos.
Eran los modelos de portada habituales de su catálogo, con los tatuajes y la plata adornando sus cuerpos. Y esos cuerpos podrían mojar un desierto. Le encantaba trabajar para la gran corporación. Poseían las tiendas de tatuajes más caras y talentosas de todo Estados Unidos. Lo que ella no apreciaba era ir a casa frustrada sexualmente, todos los días.
Gracias a Dios, había aprendido rápidamente su lección. Primera regla de trabajar para la alta dirección: no caer en la lujuria. Bueno, no hacer que sea obvio que has caído en la lujuria con esos dos bastardos sexys por los que te pondrías a cuatro patas y dejarías que te golpearan. Su mente sucia le daba todo tipo de películas mentales con los gemelos maravilla jugando bruscamente con ella.
—¿Stephanie?
Tenía la mente tan perdida en su mundo de fantasías y BDSM, que saltó al sonido de su nombre.
Se giró desde la distante vista de Bryan y Brent para mirar a su jefe. Royce tenía esa mirada seria de "¿qué coño haces mirando al vacío?". Maldición. Esa era la segunda vez que la sorprendía soñando despierta. Una pequeña sonrisa tiró de sus labios, y se relajó. Era ciertamente guapo de una manera áspera y dura. Que era por lo que su amiga, Kiara, se enamoró de él.
Stephanie prefería a sus hombres con pelo de punta, tatuados, perforados y en dobles, por favor.
—¿Sí, Royce? —Se obligó a quitar su atención de la colonia persistente que B. y B. habían dejado atrás para enfrentarse por completo a su jefe.
—Aquí hay una invitación a una fiesta de Halloween que estamos organizando para nuestros empleados —dijo, entregándole un sobre de color calabaza.
—¿Una fiesta? —Eso era nuevo. Nunca habían tenido una fiesta real. Por lo general, las cenas eran tranquilas servidas por un catering en algún restaurante exclusivo, y todos recibían su bonificación al final de la noche. Y eso solo sucedía durante las vacaciones.
Ella se apartó un mechón de pelo corto y suelto detrás de la oreja, viendo la sonrisa de Royce ensancharse.
—Sí, una fiesta. Pero no estaré allí.
—Bueno, entonces, ¿por qué debería ir?
—Porque será divertido. Habrá un concurso de disfraces, y será en una gran mansión que Bryan y Brent poseen y que la gente dice que está embrujada.
La excitación se disparó dentro de ella.
—¿Una mansión embrujada?
—Sí. —Se dio la vuelta para irse, pero se detuvo a mitad del camino—. Solo hay una cosa. —Volvió a mirarla—. No vayas cerca del ala este de la casa.
—¿Por qué no?
Su rostro perdió todos los rastros de la sonrisa.
—Esos son los cuartos privados de Bryan y Brent cuando residen allí. Estará bloqueado, pero te estoy avisando con anticipación.
De acuerdo. Quería preguntar por qué se lo estaba diciendo, pero decidió no hacerlo. Su mente se llenó ante la perspectiva de visitar una verdadera casa encantada y vestirse para la fiesta.
—No te preocupes. Me mantendré alejada.
—Bien entonces. Diviértete.
—¿Y qué vas a hacer mientras estamos siendo embrujados durante esta fiesta? —Ella se rió.
—Conseguiré a mi compañera.
Ella no tuvo la oportunidad de preguntar nada más porque se dirigió a su oficina en ese momento. ¿Compañera? Probablemente una amiga de fuera de la ciudad. Mucha gente se refería a sus amigos como sus compañeros.
* * * * *
—¿Estás mentalmente aquí otra vez? —le preguntó Bryan a Royce, viendo los ojos de su amigo brillar con su animal interior. Aunque conocían a Royce desde la infancia, todavía era extraño ver sus ojos brillar cuando estaba excitado o enojado.
—Sí. Ella salió corriendo del ascensor y yo regresé.
La mente de Bryan estaba envuelta alrededor de la mujer guapa, baja y curvilínea por la que él y su mellizo estaban ansiosos. Compartir a las mujeres era una práctica normal, y cuando conocieron a Stephanie, supieron que la querían. Era hermosa con sus brillantes ojos color avellana y sus labios carnosos sobre toda esa piel dorada. Sin mencionar que su cuerpo estaba lleno del tipo de curvas que él y Brent adoraban. Su sexy empleada tenía anchas caderas a las que realmente podía agarrarse mientras empujaba profundamente en su coño. Y pechos que se moría por acariciar y chupar.
—¿Y Stephanie? —preguntó Brent.
—Le di la invitación y le dije que se mantuviera alejada del ala este.
Bryan miró a su hermano. Stephanie nunca había sido otra cosa que profesional, por lo que no tenían idea de si iría a buscar algo con los dos hermanos. Pusieron todas sus esperanzas en Royce, y cuando los escuchó hablando de lo caliente que era Stephanie, mencionó que ella estaba loca por ellos. Al principio, habían sido escépticos, pero él dijo que podía notar que estaba excitada a su alrededor. Luego agregó que no le gustaba tener que trabajar con ella cuando seguía emitiendo el olor de una mujer necesitada por culpa de ellos dos.
Brent y Bryan se habían sorprendido, pero estaban felices de escuchar eso. Habían estado tratando de descubrir por semanas cómo acercarse a ella. El consejo de Royce había sido utilizar su curiosidad para llevarla con ellos.
—No estoy seguro de esto. —Brent no estaba preocupado de que Stephanie los rechazara, pero más de ellos la podría hacer sentir incómoda. Querían más de una noche de sexo caliente con ella. Algo sobre ella los atraía. Bryan no estaba seguro de si eran sus ojos y ese gusto por la vida que siempre veían en ellos, o tal vez las sonrisas malvadas que daba cada vez que se decía algo gracioso. Todo lo que sabía era que ni él ni Brent habían podido dejar de pensar en ella. Y estaban en un punto en el que harían cualquier cosa para dejarle ver que una relación con ellos significaría el doble de placer para ella.
—Deja de pensar tan fuerte —ordenó Royce—. La queréis. Ella os quiere a los dos. Haced vuestro movimiento.
Él estaba en lo correcto. No lo sabrían hasta que lo intentaran. Aunque Bryan sintió la preocupación de Brent y trató de calmar su incomodidad con su propia paz. Eran gemelos únicos. Compartían enlaces de dolor y placer. Cuando a uno le dolía, el otro también lo sentía. Es por eso que necesitaban una mujer especial para manejarlos a ambos. Pero no podían simplemente tener a cualquiera. Stephanie con su sonrisa sexy y su suave piel besable era la mujer que ellos querían.
—Tienes razón. —Bryan asintió. Echó un vistazo a Brent con determinación—. Ella es nuestra.
Nombre del negocio, "Tatuajes Noche y Día".
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𝒮𝑒𝒹𝓊𝒸𝒾𝒶 𝒫𝑜𝓇 𝐿𝑜𝓈 𝒟𝒶𝓎-𝑀𝒾𝓁𝓁𝓎 𝒯𝒶𝒾𝒹𝑒𝓃
ParanormalSe necesitan dos para el tango, pero tres nunca son multitud. Cuando los hermanos gemelos, Bryan y Brent Day observan a Stephanie Almonte, la secretaria de su colega, nada les disuadirá de la tarea de capturar su corazón. Con una perversa sensación...