𝒯𝑜𝓂𝒶𝒹𝒶 𝓅𝑜𝓇 𝒩𝒾𝑔𝒽𝓉-𝑀𝒾𝓁𝓁𝓎 𝒯𝒶𝒾𝒹𝑒𝓃

Epílogo

El sonido del timbre de su teléfono la hizo levantar la cabeza del pecho de Brett. ¿Qué demonios? ¿Se había acostado después del sexo tan increíble que se sentía sin hueso y alguien quería charlar? Tan injusto.

Él cogió el teléfono de la mesita de noche, miró la pantalla y se lo pasó sin decir una palabra.

Ella miró la pantalla. ¡Oh, mierda! ¡Se había olvidado del pobre Alex! Ella presionó un botón y se sentó en la cama.

—¡Oh, Dios mío, Alex! Lo siento mucho. Olvidé nuestra cita.

Junto a ella, podía sentir los músculos de Brett tensos, pero él todavía no dijo nada.

—No te preocupes. Llamé para cancelar y hacerte saber que me iré por unos días, así que no estaré cerca de todos modos —dijo Alex.

—Aw, Alex. Fui mala. Lo siento. Avísame cuando vuelvas a la ciudad y haremos algo, lo prometo.

—Gracias, Valentina. Te llamaré —dijo y colgó.

Se giró para mirar a Brett con una sonrisa.

—Me escuchaste decir cita, hablar con un chico y no te pusiste celoso.

Él le puso una mano en su cuello y la tiró sobre él.

—Eres mía. No me importa cuántos amigos varones tengas. No hay razón para que esté celoso.

Ella sonrió ampliamente.

—Tienes razón. No hay razón para que estés celoso. Alex es mi vecino gay. —Ella bajó la cara para besarle la barbilla y lo mordió—. Puede que no seas del tipo celoso, pero yo lo soy. Así que nunca pruebes las aguas.

Él se rió con fuerza y entrelazó sus dedos en su pelo, besándola con más fuerza que los pequeños besitos que le había dado. Él llenó su boca con su lengua y la tomó, poseyéndola con sus labios. Cuando se retiró, ella vio la maldad en sus ojos.

—Eres mía, nena. Nunca te pondré celosa. Solo te quiero a ti.

—Bien —sonrió ella—. Tú también eres mío. Nunca lo olvides o tus bolas sufrirán las consecuencias. 

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