Contenido solo para adultos.

11 1 1
                                    

Evan

Los besos que Gordon bajan por mi cuello y succionan la piel sensible de esa área, pero no se detienen ahí, siguen bajando por mi pecho y muerde mi pezón izquierdo haciéndome soltar un gemido. Él ríe contra mi piel al ver lo que causa y sigue sus besos hasta detenerse justo encima de la cinturilla de mi pantalón.

¿Cómo llegué aquí? Buena pregunta, solo recordé la conversación que tuve con él está mañana, decidí llamarlo y aquí estamos.

—¿Quieres que continúe? —se alza un poco para darme una sonrisa pícara.

—No, es mi turno —lo aparto de mí y bajo de la cama ganándome una mirada de confusión por su parte—. Sé paciente —le guiño un ojo y salgo de mi habitación.

Abro el refrigerador y en un tazón coloco trozos de hielo. Cuando creo que son suficientes, vuelvo a la habitación, dónde lo encuentro con los brazos detrás de su espalda, sus ojos cerrados y totalmente relajado, pero con una prominente erección.

Al escucharme llegar, abre sus ojos y arquea una ceja al ver lo que traigo.

—Veo que te has puesto creativo, me gusta —se sienta sobre la cama y vigila cada uno de mis movimientos—. Esto se está volviendo contenido solo para adultos.

Dejo el tazón sobre la mesita de noche y me siento a horcajadas sobre sus piernas, hago que se recueste en la cama y tomo uno de los cubos de hielos, lo pongo en mi boca y me inclino hacia él.

Dejo un camino húmedo gracias al hielo por su cuello, cuando se deshace, me encargo de lamer el agua y tomar otro para repetir la misma acción, pero en su pecho. Lo paso por sus pezones y estos se ponen tensos de inmediato, deja salir un sonido de placer de su boca y no puedo evitar removerme por el dolor que tengo en mi entrepierna debido a la situación.

No lo soporto más, así que dejo de jugar para atrapar sus labios entre los míos en un beso hambriento y lleno de lujuria, Gordon me sigue el beso de forma dura, entre mordiscos y succiones. Cuando estoy por terminar de deshacerme de nuestras únicas prendas en nuestros cuerpos, el sonido del timbre nos interrumpe.

—ignóralo —susurra cuando me separo unos centímetros de su rostro.

Estoy dispuesto a hacerlo y continuar el beso, pero somos interrumpidos de nuevo por el maldito timbre que suena con más insistencia y esta vez acompañado por el sonido de mi celular sobre la mesita de noche.

¿Es que no me dejarán seguir?

Resignado me levanto y busco mi ropa, me visto en tiempo récord y salgo de mi habitación dejando al chico semidesnudo en mi cama.

Abro la puerta con enfado por la interrupción y me llevo una gran sorpresa al ver la persona frente a mí.

—Mamá.

—No pareces feliz de verme —besa mi mejilla sonoramente y se adentra a mi apartamento haciéndome a un lado.

Ella mira alrededor, como buscando algo de lo que hablar. Mi madre y yo no tenemos una buena relación desde que admití mi bisexualidad, trata de que eso no ponga distancia entre nosotros, pero a veces es difícil, como ahorita.

Y todo se vuelve más difícil cuando Gordon aparece por el pasillo, utilizando solo sus pantalones.

Mi madre alterna la mirada entre él y yo, y cae en cuenta del qué hace él aquí.

Besos Rojos [ADS 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora