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En primer lugar analizo la situación: una famosa detective que ha resuelto una gran cantidad de casos difíciles, aparece muerta con una carta de suicidio en su habitación cuya letra coincide con la de ella. En la etapa de plenitud de su carrera, justo después de haber resuelto el caso más complicado de todos, uno que parecía no tener solución.

Sumergido en el mar de mis pensamientos no me doy cuenta de que una chica aparece delante de mis narices con una amplia sonrisa en el rostro y una bandeja en la mano.  Tal es el susto que pierdo el equilibrio por un segundo y por poco me caigo de la silla.

—¿Entonces quiere usted café con leche o café solo?— dice sonriente

—¿Qué?— pregunto sin entender lo que ha dicho

—Si usted prefiere el café con leche o solo— replica con paciencia

—No quiero café, puede retirarse

Inmediatamente, noto cómo su sonrisa desaparece y sus ojos se llenan de decepción. Se aleja apresuradamente y cierra la puerta tras de sí, dejándome con la sensación de haberla tratado mal.

Necesito pensar y definitivamente así no puedo. Quizá tenga que descansar un poco antes de investigar. Era lo que hacía ella.

Estábamos los dos en la misma habitación de hotel. Serían las tres de la madrugada y se me cerraban los párpados. Mientras yacía en la cama junto a ella, mi mente se encontraba en un caos. La tensión del trabajo y el cansancio acumulado se estaban apoderando de mí, dejándome incapaz de concentrarme en la investigación. Necesitaba descansar, pero cada vez que cerraba los ojos, mi mente se llenaba de ideas y posibilidades.

Ella, como siempre, parecía tener todo bajo control. Con sus ojos cerrados y su respiración suave y regular, parecía una figura frágil e indefensa. En cambio, yo me sentía impotente e inquieto, incapaz de encontrar la paz.

Recordé sus palabras sobre la importancia del descanso para tener una mente clara y pensar con eficacia. Que por mucho que me esforzara, si tenía sueño no podría sacar ninguna conclusión y las ideas se distorsionarían en mi mente. Me sentí avergonzado por mi propia arrogancia y obstinación.

Esa noche, me acosté a su lado. Quería abrazarla y sentir su cercanía, pero me contuve, sabiendo que éramos sólo compañeros de trabajo y nada más. Pero algo en su aroma y su suave respiración me impulsó a tomar una mano y pasarla sobre ella, atrayéndola hacia mí.

Me sentía cálido y cómodo con su presencia cercana. Sus rasgos destacaban con la tenue luz de la habitación, y su pelo caía desordenado sobre la cama.

Cuando el sol empezó a asomar por la ventana, me levanté de la cama para evitar ser sorprendido abrazándola. En ese momento supe que ella era la persona con la que quería despertar cada día.

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⏰ Última actualización: Mar 12 ⏰

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