|𝕯𝖊 𝖒𝖎 𝖕𝖗𝖔𝖕𝖎𝖊𝖉𝖆𝖉|

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"De mi propiedad"

Era bien sabido por la comunidad de apostadores que entre su sociedad había gente proterva, venal, podrida y desquiciada. Que entre ellos abundaba la traición y la vaga venganza, el deseo impaciente de pecar con el dinero y dejar que otros pequen por ellos. Todo una bola de ignorantes aristócratas.

¡Que buena vida se aventaban esos desgraciados!

Cuantos lujos y privilegios, cuantos autos relucientes en la entrada del casino privado de los Meyer, cuanta prominencia, y la imaginación no daba para más si de cuerpos hermosos se tratase. Grandes familias de todo el mundo estaban reunidas hoy para elegir a los apostadores del año. Y que mejor que un foro en la cúspide de los grandes; Berlín.

México, o como mejor la conocen en la comunidad: Sara Montenegro. Estaría aquí como una invitada especial de los Meyer, por haberles otorgado un título entre su tan reconocida familia. Aquella dotada mujer estaba metida en escándalos; y el más duro de reconocer era el más reciente, en el que afirman las malas lenguas que toda su fortuna y terrenos se debe a su pasado en la prostitución.

No sólo ella, sino todas sus hermanas.

Dada aquella posición en la que la habían puesto los rostros desconocidos de sus verdugos; se tuvo que presentar al foro en Berlín para aclarar la situación entre los alemanes y franceses, que eran sus mejores socios. Su miedo e inseguridad le invadían toda la columna vertebral: no por el hecho de contar su pasado, ni relatar la pésima infancia que tuvo. Sino que, la obligarían a apostar. Cómo toda familia de la comunidad lo tenía que hacer.

Y, sin darse cuenta, yacía el casino de los alemanes en frente, atortorado de gente, mayormente de fulleros que buscaban ocupar la corona de los Meyer, quienes la han conservado casi por 5 años consecutivos.

Tiraban casi las diez en aquel lugar, y su llegada ciertamente era inesperada para algunos.

--¡Sara!, es bueno verte después de mucho tiempo-- exclamó un joven hombre, de piel blanca y con una enorme sonrisa.

--Lo mismo digo yo, Adler-- le saludó con dos besos, uno en cada mejilla, como sutilmente se solía saludar en Europa. --Veo que vino mucha gente hoy, eso no será un problema para lo que te tengo que decir--.

--Lo sé Sara, el chisme se corrió como dinero. Tienes que aclarar esta situación lo antes posible-- le ofreció la mano, y ésta la aceptó sin disputa.

Que buen amigo era aquel alemán. Desde muy joven empezó a ganar dinero, incluso ya tiene una pequeña empresa fantasma que genera más de 30 millones de dólares por mes. Que vida más espectacular. Adler Meyer, ambos se han tenido confianza desde los inicios de Alejandra, y Adler pues, digamos que conoce todos sus secretos.

El foro que había propuesto su familia estaba llena de escondites, incluso atajos para los más listos. Bodegas grandes dónde guardaban todo el dinero, no era de sorprenderse que México, supiese mejor que nadie donde se encontrasen. 

--Dime Adler, ¿Se han sumado más familias importantes?-- preguntó un poco cansada del silencio.

--¡De todo lo que te has perdido!-- lanzó la mano atrás con desdén y prosiguió a abrir las puertas de la sala principal. --Todo lo que conoces, se te hará desconocido--.

Santa madre...que de la locura que la rodeaba, nunca había visto tanto fandango en un sólo lugar. Se quedó impactada por el bullicio, por los gritos del lugar, por el inevitable escándalo que se formaba en los casinos cuando se trataba de conferencias importantes. Adler, quién a esto ya se le hacía familiar; sólo se limitó a sonreír discretamente.

𝕺𝖓𝖊𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 || RusmexWhere stories live. Discover now