encanto a media noche {yumihisu}

I. La vieja ratonera.

— ¿Y? ¿Aceptas el trabajo, rubita? — Le preguntó una bella castaña entusiasta, la cual, se encontraba apoyando su pecho sobre la barra que prontamente atendería. Había colgado un anuncio en los tantos sitios web de trabajo que había por ahí, esperando que alguien pudiera darle una mano a su negocio familiar.

Historia le dedicó una tímida sonrisa y un asentimiento, su pecho se sentía lleno de emoción, se sentía afortunada de haber encontrado un trabajo en menos de una semana en esa ciudad. Hace un mes se había graduado de preparatoria y había trabajado durante ese mismo año, juntando en secreto el dinero para poder finalmente vivir lejos de Stohess. Trost le pareció un destino decente, juvenil, quizás bohemio y lo mejor, sabía que no se atreverían a seguirla hasta allí.

— ¡Bien, empiezas ahora! Ayúdame a ordenar las mesas y en lo que se llena esta ratonera, te enseño a preparar los tragos.

Rápidamente se puso en pie, siguiendo a su nueva jefa, se ató el cabello en una coleta baja y siguió las indicaciones tal cual.

El bar no era muy grande, pero tampoco tan pequeño, tenía una iluminación tenue, que venía acorde al color y la temática. Los detalles eran negros, y todos los muebles, eran de color caoba, las mesas eran rendodas y muy pesadas, estaban acompañadas por banquitos, redondos hechos de roble, a mano por el señor Blouse, por lo que su jefa le hablaba mientras le ayudaba a bajarlos de las mesas. En la pared del fondo, que daba de frente con la puerta de entrada, estaba la barra, con los mismos bancos redondos, al costado izquierdo de ésta, había una rockola, la cual funcionaba sólo las noches de los jueves, porque durante viernes, sábado y domingo, había música en vivo de diferentes bandas locales. Y, finalmente al costado derecho de la barra, unos metros más allá, ubicado justo frente las mesas, se encontraba el escenario, en el piso pudo notar una pequeña pantalla, tres parlantes y al fondo, amplificadores y un lienzo para proyectar, el logo de la banda o algún video.

— Aunque no siempre fue así, era un lugar de mala muerte, si las muchachas no le hubieran rogado a mi apá' un rincón pa' tocar, esta seguiría siendo la ratonera. Ellas y su fama nos abrieron las puertas a dejar el mal nombre, por eso aquí las tratamos bonito. Pero que lo bonito de este lugar no te engañe, rubita, se junta puro punketo marihuano entre viernes y domingo.

Historia tenía una sonrisa en sus labios. Stohess era tan distinto, y aún así, no extrañaba ni un poco aquellos 'barrios altos'.

— Ay rubita, no me mires así, ya sé que mi acento es raro.
— No es raro, sólo es más marcado. Le juro que no me estoy burlando ni nada, me gusta mucho el acento de Trost, jefa.
— No me digas así, rubita. Me haces sentir vieja y estoy segura que nos llevamos por muy poco. Soy Sasha para ti.

Historia asintió, sintiéndose extraña ante el aire de confianza que desplegaba la castaña.

— Oh sí, ¿hay que preparar el escenario hoy?
— Noup, ya te dije que la rockola funciona sólo los jueves por algo. Te dije que vinieras a trabajar hoy porque es tranquilo, pa' que tomes ritmo, y también porque cerramos como la una. Mañana conocerás el verdadero sufrimiento — La expresión de extraña satisfacción en el rostro de Sasha la hizo reír.

Durante la noche de ese jueves y la madrugada del viernes, Historia aprendió muchas cosas.

Primero, que el bar sí se llamaba la vieja ratonera a pesar de no tener un letrero como tal, y no preparaban tragos pues los habituales clientes del lugar simplemente pedían cerveza en botellín y de vez en cuando uno que otro vaso. Pero un vaso grande, muy grande.
Segundo, que el ambiente era cálido y seguro, tal como la descripción en la web lo decía.
Tercero, que para mantener aquel ambiente, Sasha corría a punta de pistola a cualquier imbécil que se pusiera violento o intentara sobrepasarse con alguna señorita, creía que sólo era una forma extraña de adular que Connie, uno de los clientes esa noche, tenía, pero no fue así.