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NIKOVA

Base de Kadena, Okinawa

La auténtica pregunta aquí es, ¿a quién tenemos que enfrentarnos? ¿Quién puede tener tanto poder como para que el gobierno tema ante un arma bilógica? No es la primera vez que sufrimos ataques de este tipo y hemos sido capaces de aplacarlos: siempre hay algún loco con ínfulas de destruir el mundo.

Natasha se encoge de hombros y mira con expresión ceñuda al Mayor.

—Lo lamento, Mayor, pero sigo sin comprender que hacemos aquí tanto Nikova como yo. Para estos casos tenemos a los servicios de seguridad regulares de Moscú, no a los STARK —dictamina, verbalizando justo lo que yo estoy pensando.

—Estáis aquí porque vuestro presidente así lo ha requerido, no por petición nuestra. Pues como de costumbre, la lacra que existe en vuestro país es la responsable de esta situación que estamos atravesando, teniente Petrova —le responde en esta ocasión Knight con firmeza y severidad.

Todos nos quedamos en silencio ante su dura contestación hacia mi compañera, incluso Leyva regresa de los apuntes de su tableta y presta atención a la conversación. Mi mirada no puede evitar regresar a él y sus facciones duras e infranqueables al mirar a nadie en concreto.

¿Con qué derecho se cree que pude acusar a mi país de lacra de buenas a primeras? Mucho peor, ¿qué demonios lo hace creerse superior a nosotros?

—James —le advierte el Mayor Philips con una mirada taciturna.

—Lo lamento, Mayor, pero Vasilevsky es asunto del Kremlin, pero como ya se les ha salido de control, somos nosotros quienes tenemos que intervenir —espeta, fastidiado.

«James Knight.»

Así que este es el nombre del hombre grosero con el que para mi mala suerte tendré que trabajar en esta misión. Puede que sea un Adonis, pero lo de gilipollas no se lo quita nadie, eso lo tengo claro.

«Pridurok

Una lástima que yo no soporte las faltas de respeto y mucho menos de educación.

Me levanto de la silla arrastrando las ruedas para que chirríen, me apoyo con ambas manos en la mesa y me levanto con una sonrisa insidiosa dirigida hacia Knight.

Todos tienen los ojos puestos sobre mí.

—Lamento si mi país le causa tantos inconvenientes, soldado, pero no sabía que los americanos tuvieran la supremacía sobre los asuntos que no le conciernen. Además, aquí todos sabemos que solo sois una panda de arrogantes y narcisistas buenos para nada, así que si no quiere estar aquí, ya puede largarse: yo al menos estoy aquí para servir a mi país lleno de incompetentes —le contesto sin perder la sonrisa.

La expresión de Knight es todo un poema ante mi respuesta a sus satíricos comentarios, pero iba preparado si pensó que dejaría que insultara a mi gobierno y me quedaría con la boca cerrada; por culpa de hombres como él es que mis padres murieron, por gente ingrata y toda su nación de narcisistas.

Recojo mi bolsa y suspendo la tableta antes de levantarme.

—Y ahora si me disculpan, me retiro a mi cuarto —me disculpo con una sonrisa de labios apretados—. Sería muy amable por su parte si pudiera pasarme los expedientes de mis compañeros en cuanto le sea posible, Mayor —le pido con educación.

El Mayor asiente con expresión de resignación y me hace un ademán con la mano para darme pase para marcharme.

—Los expedientes ya están disponibles en su correo, capitana Shayk —me responde con una sonrisa—. Leyva la acompañará a su cuarto durante esta noche: mañana partiréis a Washington para conocer el resto del operativo —me informa.

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