Situación

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Era una tarde tranquila para ambos cónyuges, uno dormía mientras que el otro miraba la televisión.

El hombre que se tomaba una siesta se movía en la cama frecuentemente, un pequeño sueño húmedo con su marido no lo dejaba descansar en paz.

Al despertarse todo adormilado, talló sus ojos, su rostro estaba bastante caliente, tímido de sí mismo bajó la mirada observando un bulto bajo la sábana. Se asustó repentinamente y luego miró a los costados buscando la soledad, afortunadamente no había nadie, se sacó la cobija y fue a puntillitas al baño, ni él sabía por qué trataba de ser tan sigiloso si ya había pasado por esas cosas con su esposo.

Tras intentar relajar su erección solo, no lo logró y apenado se le ocurrió una idea.

Bajó hasta el pasillo y apenas se asomó en la pared, viendo a su esposo sentado en el sofá.

— E-este... Mi-Mirio... — llamó casi en un susurro.

Estaba tranquilo mirando la televisión cuando escuchó a Tamaki llamarlo con una cara muy roja, siendo esta común en él, pero esta vez tenía una expresión que lo preocupó un poco.

— '¿Uhm?' — pensó al verlo. — Tamaki, cariño, ¿tienes algo? ¿Qué te ocurre? — en su rostro se notaba la preocupación.

— ¡N-no te acerques! — extendió sus manos, se cubría con la pared y le avergonzaba que a pesar de que ya habían visto todo lo que tenían que ver, él estuviera así por él. — Es-es que... T-tengo un problema... Tal vez... Quizá... T-tú... Necesito tu ayuda... — fue bajando el volumen de su voz a medida que hablaba, miró al suelo abochornado.

Lo analizó un poco, teniendo experiencia con esto, entendía perfectamente lo que decía notando también que estaba avergonzado.

— ¿Te encuentras bien? Sabes que estoy aquí para cualquier cosa que necesites. Puedes confiar en mí. Te amo mucho y me duele verte mal... — Lo miró con mucha preocupación y angustia mientras se levantaba del sofá.

— E-e-es que... — con una mano tapó su rostro, con la otra señaló muy apenado la parte baja de su cuerpo y se apartó de la pared dejándose mostrar, estaba demasiado nervioso como para hablar.

— 'Ohhhh... Ya entiendo...'

Después de recomponerse de eso, puso una sonrisa en su rostro, caminó hasta donde Amajiki estaba y lo abrazó.

— Si querías hacerlo, lo podías decirlo sin problemas, no tienes que ponerte nervioso, es totalmente normal. — quedaron juntos unos minutos, luego se separaron para Togata darle un beso es los labios, al principio lindo y suave pero cada vez se iba apoderando más de su boca hasta hacerlo un beso Francés del cual se separamos después de un tiempo por la falta de aire. — ¿Ya lo quieres?

Aún rojo como tomate, asintió varias veces.

— De acuerdo. — sonrió. — Ven, vamos al cuarto...

Le dio otro beso corto y lo tomó de la mano para ir a la ah habitación.

Al llegar acostó al de cabello oscuro boca arriba, abajo de él y se quitó la camisa que llevaba puesta. Empezó a besarlo en sus labios, sus mejillas, su cuello hasta la clavícula, y cuando lo ve muy nervioso o que se cubría la cara con las manos, subía otra vez a su cara para darle dulces besos en todo su rostro.

— ¿Estás bien? Jeje, te miras muy nervioso. — sonrió.

— E-est-oy b-bien, continúa. — dijo soltando vapores. Temblaba un poco.

— De acuerdo. — volvió a sonreír.

Comenzó metiendo sus manos bajo la camisa, tocando todo lo que podía y cuando la ropa ya estorbaba, se la arrebató de encima dejándolo con el torso desnudo, le dio más besos, besos y chupetones por todo su abdomen y sobando con las manos sus pezones ya duros.

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☾︎Sᴜᴇɴ̃ᴏs Hᴜᴍᴇᴅᴏs☽︎ ☾︎Mɪʀɪᴛᴀᴍᴀ Oɴᴇ-Sʜᴏʀᴛ Lᴇᴍᴏɴ☽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora