La idea de volver a tener una llamada más ese mismo día parecía más confuso que reconfortante, quería una respuesta, un nombre o alguna historia de los abuelos y el amor por el teléfono rojo al final del pasillo.
La abuela no solía hablar mucho de su vida con el abuelo, daba pocos detalles y contaba historias cortitas, yo pensaba que era el duelo, aunque aún la veo tomando la foto que está encima de la chimenea, limpiándola con un pañuelo y dándole un beso mientras sonríe, apuesto que aún duele, a mi aún me duele, pero se que no es eso... quiero entender si la abuela decidió mantener al menos el cachito de su vida que estuvo con él abuelo para ella, como un recuerdo del amor más puro que pudo tener.
Si alguien lograba confortarme con una vieja historia de un amigo de la familia sobre la vida en el campo encontraría algo de lo que hablar, alguien con quien hablar, despejaría mi mente, tendría algo más en lo que pensar que en las miles de situaciones hipotéticas en mi cabeza que me atormentaban desde que hice mi maleta esa noche en casa y tome el carro en dirección a la casita de campo fuera de la ciudad.
Sonreí, porque ahora entendía que el teléfono no era solo una decoración, era una permanente unión con la historia familiar.
-Bueno...- hable bajito, intentaba mantener las llamadas en secreto por un extraño instinto de curiosidad, pero más que nada porque aún no sabía cómo decirle a mi abuela.
- ¡Holaaa! - Alguien exclamo del otro lado de la línea, como aliviado y entusiasmado- No sabes lo que pasó, creo que marque mal el número en la mañana y me contestaron de una pastelería, luego me volvió a pasar y me respondió una chica, se burló de mí, pero su risa era bonita. –Hizo una pausa.
Estaba asimilando toda la información que decía el chico al otro lado del teléfono, intentaba reconocer la voz de algún lado, o que dijera algo más para adivinar de quien se trataba.
- ¿Me estas escuchando o no? - soltó en broma- para la próxima asegúrate de escribir mejor, tus números son tremendamente confusos. Además, apenas se usar esta cosa, te dije que con él celular tenía suficiente, me cuesta usar los dos.
Sonreí, porque me parecía increíble que alguien que estaba usando un celular inteligente se dejara comprar un teléfono de pared si no podía con ninguno de los dos, además por el tono de la voz no podía evitar imaginar a un niño haciendo pucheros por un berrinche, así que no pude evitar reírme como en la tarde.
- Jajajaja, para la próxima, juro escribir mejor. –hubo un silencio corto- solo si tu aprendes a usar el registro de llamadas.
- Ay no... no me digas ¿Número equivocado? – casi pude sentir el sonrojo que seguramente tenía, pues su respiración y el sonido de los papeles revolviéndose otra vez me decían que buscaba de nuevo el número que quería marcar.
- Algo así, excepto que busques a Elizabeth o preguntes por Azucena. –
- Ammmm... no disculpa...- hizo una pausa pensando un poco- ¿Eres la chica de hace rato? – sí, definitivamente estaba avergonzado.
- Si, la misma, por cierto, gracias por el cumplido, jamás había considerado mi risa... ¿bonita?
- Ay por Dios...
- Jajajajaja, es broma, no te preocupes. –reí bajito- Espero pronto encuentres a quien estas buscando. – volví a reír me parecía curioso.
- Sí, tengo razón, es una risa bonita... es por el timbre de tu voz.
Esa no la esperaba, sentía que el comentario debía ser evitado para tomarlo como broma a medio cumplido, pero más que nada no un cumplido directo.
- Oh... ammm... bueno... gracias... yo...-
- Jajajajaja, disculpa chica, soy muy tonto para la comunicación a distancia.
- Se nota... - solté sin pensarlo, ya estaba avergonzada y no me detuve a analizarlo.
- Auch...- dijo entre broma- Jajajaja, no era mi intensión incomodar, intentare ya no molestar más.
- Nononono, no es ninguna molestia, hace tiempo que no usaba el teléfono. –pause- Es bueno saber que se siguen usando.
- Yo nunca había usado uno...-
Supe que entonces no había posibilidad de que fuera algún amigo o familia, solo un chico confundido con la tecnología.
Perdí un poco la esperanza, pero esos tres minutos de platica con alguien que no fuera mi conciencia atormentándome ayudo bastante.
-Gracias...- dije.
-No, gracias de que, al contrario, disculpa las molestias, enserio, me voy despidiendo.
-Buenas noches chico despistado.
-Buenas noches voz bonita.
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El cable rojo que nos une.
Short StoryElizabeth se mudó a la casa de su abuela para cuidarla. Ahora enfrente de su nuevo cuarto hay un bonito pero viejo teléfono rojo colgado en la pared. Elizabeth cree que el teléfono empolvado está descompuesto, hasta que un día suena incesante. ¿Q...