Narra Tomás
Esa mañana había llegado un poco temprano a la casa de Pedro. Eran las ocho y yo ya estaba en la puerta, buscando mis llaves. Me tomó unos segundos encontrarlas, porque estaban al fondo de mi mochila.
Entré como normalmente lo hacía, pero no me encontré con Sofía. Ella usualmente estaba en la sala de estar, terminando de prepararse para trabajar. Supuse que se había ido más temprano, pero no le di mucha importancia.
Empecé limpiando la cocina. Cuando terminé, continué con el piso de esta. Quise buscar el limpia pisos, pero no lo encontré. Busqué en todos los lugares posibles, pero nada. Me acordé lo específica que fue Sofía sobre la importancia de los pisos limpios, así que dejarlo así como estaba no era una opción.
Subí las escaleras hacia la oficina de Pedro, pero al abrir la puerta no estaba ahí. Confundido, fui hasta su habitación. Dudé un poco en entrar, no quería que se enojara o algo parecido. Pero como me daba más miedo Sofía que él, giré el picaporte y entré.
Pedro se encontraba acostado en la cama, al parecer dormido. Estaba cubierto con una sábana hasta la cintura, y como no tenía remera podía ver su torso desnudo. Recordé el incidente con el vaso de agua, los nervios que me dieron al verlo sin remera y la mirada poco disimulada que me dio. Sentí mi cara caliente de nuevo de solo pensar en eso.
―Pedro ―dije, acercándome―. ¿Estás despierto?
Me arrepentí al instante de esa pregunta estúpida. No lo culparía si se enojara, yo también lo haría.
―¿Tomi? ―habló, medio dormido.
―Eh... sí. Quería preguntarte...
―Vení más cerca ―me interrumpió, con un asomo de sonrisa en sus labios. Extrañado, le hice caso. Di unos pasos hacia él, sintiendo los nervios apoderarse de mí. No ayudaba que estuviera medio desnudo. Dio unos golpecitos a la cama con la mano, como diciéndome que me sentara. Lo hice a pesar de que no me pareciera correcto.
―¿Sabés dónde está el...?
Fui interrumpido nuevamente por una pregunta que me dejó helado.
―¿Podés acostarte un ratito conmigo?
Sus palabras me dieron un cosquilleo en el estómago. Abrí los ojos como platos, sorprendido. Me quedé ahí en silencio un instante, pensando.
―Por favor. Sólo un ratito.
Esta súplica, más la voz de recién despertado, me hizo jadear suavemente. Ignorando a toda mi mente, lo hice. Me acosté a su lado, boca arriba. Él, con un rápido movimiento, me hizo voltear, quedando mi espalda hacia él. Otra vez se sentía cálido y reconfortante. La sensación de no querer levantarme nunca le ganó a cualquier otro pensamiento.
De repente sentí su mano bajar hasta mi abdomen, levantando un poco mi remera. Dejé de respirar inconscientemente, sintiendo su tacto acariciar mi torso. Metió la mano debajo de mi remera, tocando suavemente. Reprimí un gemido, mordiéndome el labio inferior. Cerré los ojos al sentir su respiración en mi cuello, y gemí por lo bajo cuando depositó un pequeño beso en él. Con una mano me acercó a él, terminando con cualquier espacio libre entre nosotros. Lo escuché jadear al sentirme tan cerca, cosa que me dio un cosquilleo en el abdomen. Pude sentir un bulto detrás mío. Estaba por volverme loco cuando oímos que alguien había llegado. Se escuchó la puerta principal dar un portazo, y luego pasos rápidos en la escalera. Me paré de la cama demasiado rápido, mareándome un poco. Pedro se quedó en la cama, y cuando lo vi estaba rojo y un poco agitado. Esa vista me devolvió el cosquilleo en mi parte baja.
Sofía entró a la habitación, casi golpeándome con la puerta.
―¡Quién se cree que es! ―empezó a gritar, sin notar mi presencia―. Ahora se quiere casar con la estúpida esa. Me dan ganas de vomitar. ¿Una chica casándose con otra chica? No sé cómo mamá no la echó de la casa todavía. Yo ya no tengo hermana. ¡Dios!
Estaba tan concentrada en su enojo que no me vio, parado en la esquina de la habitación, hasta que terminó de gritar. En ese momento se giró hacia mí y después miró a Pedro.
―¿Por qué lo dejaste entrar? Ya te dije que no puede estar en esta habitación. Vos te vas de acá. Terminá de limpiar y andate, que no estoy de humor.
Miré por última vez a Pedro antes de irme. Ya no tenía esa sonrisa relajada que siempre le vi, ahora estaba con el ceño fruncido y parecía cansado.
Me fui de la habitación, dejando a Sofía gritando cosas horribles sobre su hermana lesbiana. Si antes me caía mal, ahora me cae peor.
¡Gracias por haber llegado hasta acá! ¿Qué piensan de Sofía?
Háganme saber si les está gustando. Un saludo!
-Mars
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¿Casualidad o destino? - Pedrobleis (Terminada!)
FanfictionPEDROBLEIS Tomás, luego de una disputa familiar, se ve forzado a abandonar la casa en donde creció. Consiguió irse a vivir a la casa de una amiga, con la promesa de conseguir trabajo y colaborar con el apartamento. Cerca de allí, Pedro y su novia bu...