Una idea alocada.

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Había pasado exactamente un mes del funeral, una prima de mamá se había quedado una semana después de este, se lo agradecí bastante, ya que pudo sacar a mi madre de la cama, aunque me habría gustado hacerlo no pude, estoy igual de destrozada que ella, no puedo fingir que no.

Después de eso mamá ha tenido días buenos, donde sale al patio a tomar un poco de sol, pero también días en que no la veo, ni se de ella. Mi padre a pedido trabajar desde casa para cuidar a mamá, por fortuna en su trabajo comprendieron la situación.

Por mi parte de vez en cuando tengo pesadillas, así que no me veo muy bien, ni me siento bien.

Aun despierto creyendo que todo es un sueño, donde despertare y la vere sonriente haciendo el desayuno con mamá, hablando sobre cómo se la estaba pasando en Montana, —la cuidad de los patinadores sobre hielo— de ahí salían muy buenos patinadores, es por eso que vivía ahí, quería ser la mejor patinadora artística de su edad, pronto se iba a una competencia muy importante a una ciudad cercana a casa, estuvo esperando tanto por ella y ahora no estaba para demostrar lo buena que era.

Me removí una vez más en mi cama, las cortinas de mi ventana estaban totalmente abiertas así que pude ver como el día se terminaba y comenzaba el reinado de la luna.

Me había quedado dormida después de la comida que ordeno papá, así sucedía los últimos días, dormía durante el día unas horas, para posteriormente en la noche conciliar el sueño hasta altas horas de la madrugada a eso añadirle las pesadillas, era un ciclo poco sano para mí, agradecí haber comenzado vacaciones hacia una semana, porque ya no podía siquiera continuar, ni siquiera asistí a mi graduación, nadie tenía ánimo para ello, incluyéndome.

Sentí que alguien me observaba, así que me giré en dirección a la puerta de mi habitación y ahí estaba papá, con ojeras bajo sus ojos, en pijama recargado al marco sonriéndome, me senté al borde de mi cama, él se acercó y me imito.

—Se que esto es tan difícil para ti como lo es para nosotros. —adorno el silencio con sus palabras. —Por eso quiero llevar a tu madre a casa de tu abuela, pronto tendré vacaciones para estar más al pendiente de las dos, —se detuvo y hable, tenía una idea que me estuvo rondando hacia días y era momento de decirle a papá ahora que estaba aquí.

—He estado pensando y creo que sería conveniente que pasara un tiempo con Jade, después iría contigo y mamá a casa de la abuela —mentí, mis planes no se acercaban ni remotamente a lo que había dicho.

-Me parece buena idea.

Papá me volvió a sonreír, dándome un beso en la frente, sabía que quería hacerme sentir mucho mejor y quería que saliera de mi habitación y esta vez lo haría, pero no a donde él creía.

Salió satisfecho como si se sintiera más ligero, sabía que apenas podía lidiar con el dolor de mi madre y el suyo, y pues yo ya era una persona adulta o algo así. Sabía que cargar con el peso de tres era mucho.

Sueños gélidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora