Capítulo 2. Jack

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Ay, mi querido y buen amigo Jack.

Mi compañero de la infancia, con el que más aventuras y desventuras he compartido. Desde el día que nos conocimos cuando su familia se mudó enfrente de La Casa De Las Voces, nos hemos vuelto inseparables. Aunque claro, ahora es todo un poco más complicado. Lo de morirte y volverte un fantasma por la eternidad no es algo muy agradable y sencillo de llevar. Aunque a veces, es capaz de manipular objetos, como este bolígrafo. Miren lo que ha escrito:

It's too cold here. The sound of the void is annoying.

¿Con que el frio y el vacío están volviendo a aparecer? Interesante... Gracias a Jack y a la posibilidad de comunicarnos, comprendí el 75% de la realidad (O mejor dicho de las otras realidades)

Y en este capítulo, os vengo a contar mi primer encuentro de muchos con la muerte; el día en el que Jack Ripper, se aferró a este mundo...por una eterna amistad:

...

Era un precioso y soleado día de primavera. La señora Ripper y mi madre estaban en el porche tomándose un té con pastas. Y como de costumbre en aquellas tardes de pascua, Jack y yo jugábamos a ser los más intrépidos exploradores del mundo, investigando el jardín. Obviamente, íbamos con nuestros super-cascos de investigadores; yo un colador oxidado y él una vieja tetera de latón agrietada. Nos encantaba seguir y anotar todo lo que encontrábamos en nuestros cuadernos de bitácora. Y en una de estas, sobre las ramas del viejo roble oscuro que adornaba el jardín, vislumbramos a un peculiar insecto.

Tic, Tac, Tic, Tac, Tic, Tac

- ¡MIRA ESTO LEÓN! -Me dijo Jack mientras me agarraba el brazo y me señalaba a ese bicho tan curioso. Jack era un niño bastante alto, a diferencia de mí. Su cara era muy redondita, con unos grandes mofletes rosados adornados por pecas, las cuales se distinguían a lo lejos sobre su piel algo tostada, varios tonos más oscura que mi pálida tez. Sus ojos eran de un color castaño, y todos decían que eran idénticos a los de su madre. Su pelo negro azabache e inpeinable gobernaba su cabeza. Y otro rasgo muy distintivo suyo eran sus grandes y muy marcadas cejas, heredadas de su padre, y que le hacían cara de niño rebelde, lo cual no se alejaba mucho de la realidad. Éramos dos niños completamente distintos, pero aun así, Jack y yo éramos uña y carne- ¡Es un Escarabajo Del Reloj De La Muerte! Lo sé por qué lo he visto en los libros de mi papa.

Tic, Tac, Tic, Tac, Tic, Tac

Aquel insecto era de color marrón café, con manchas más claritas sobre su cuerpo. Y aquel Tic Tac que oían, era ni más ni menos que aquel extraño escarabajo golpeando su cabeza contra la madera del viejo roble.

- ¿Y qué está haciendo? -Pregunte a Jack mientras anotaba todo lo que veía en aquel insecto.

-No sé, pero no me da muy buenas sensaciones...

- ¡Jackson! ¡Leonard! -Era la señora Anne- ¡Venid a merendar!

Y los dos niños de 7 años corrieron hasta el porche. Y en ese momento, también llegaron sus padres, hablando de política y cosas de adultos, mientras bebían un poco de té.

-¡¡¡PAPA!!! -Gritó Jack enérgicamente mientras le abrazaba. -¿Podemos ir León y yo a jugar a mi habitación?

-Claro, pero ni se os ocurra entrar a mi estudio. -El padre de Jack, William Ripper, era un gran naturalista, y su estudio estaba repleto de libros y cuadernos escritos por él, cuerpos de animales disecados, y cráneos de diversas especies. Era un paraíso para cualquier amante de lo naturaleza y su estudio, como lo eran ellos. -Sabes que mi estudio es un lugar muy delicado, y lo que hay ahí no son juguetes... -Dijo su padre mientras sorbia un poco de té.

Las Voces De Las Otras RealidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora