Era apenas un niño... un bebé que no tenía idea de la vida, de cómo sobrevivir, sin saber que eso sería lo único a lo que se aferraría a partir de ese momento. Sus padres nunca habían tenido una buena relación, algo que un niño de apenas unos cuantos años no debía saber, pero Dai era inteligente y muy observador. Sabía de sus constantes peleas, los gritos resonando en sus oídos, él escondido en su pequeña habitación (si así se le podía llamar) intentando bloquear todo sonido a su alrededor.
Aquel día no fue la excepción. Objetos siendo lanzados por doquier, gritos, amenazas. Sin embargo hubo algo distinto, algo que debió saber no era normal. Todo aquello cesó aproximadamente a las tres de la mañana, y él, dispuesto a dormir, fue interrumpido por ambos, sintiendo cómo lo levantaban, haciéndolo caminar hasta la puerta. ¿Un paseo en la madrugada? Se emocionó sin motivo alguno, simplemente el salir de aquel lugar le parecía agradable.
Fue todo lo contrario en cuanto llegó a aquel callejón. La oscuridad, el frío y la soledad lo abrazaron de inmediato; convirtiéndose en parte suya en cuanto quienes se hacían llamar sus padres giraron sin mirar atrás. No comprendía... ¿Por qué lo dejaban esperando allí?
Los días pasaron, meses, con él perdiendo la esperanza poco a poco. Al inicio había intentado volver, encontrarlos, mirando por el callejón para esperar a que llegasen por él; pero conforme el tiempo y las estaciones cambiaron, también lo hizo él. Dai no tenía familia, nunca lo habían sido, no existían.
Lo único que le quedaba era su peluche favorito, bueno, sólo tenía ese, pero aun si le hubiesen dado mil más, ese pequeño dragón negro con dorado siempre sería su prioridad. Escudaba su propia supervivencia con la idea de protegerlo, de mantenerlo a salvo, a pesar de ser él quien debía estarlo. Así que lo hizo; peleando distintas veces, recibiendo golpes de extraños que intentaban quitarle aquello junto a su caja desgastada por las lluvias, que era su único lugar al cual correr. Prefería que robaran lo que encontraba para comer, que lo poco que tenía para vivir.