Mi propio cuento de Hadas.

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Premisa: En un mundo donde a los Omega cuando se gradúan de la escuela básica, son vendidos hacia los Alpha que estén interesados en enlazarse al Omega. James Potter bromeando y en un insulto recorrió un rumor de que Severus Snape era una puta Omega que no merecía ser comprada y aún, cuando retiró lo dicho dándose cuenta de su error, Severus esperó en su décimo octavo cumpleaños y ninguna oferta llegó, incluso cuando pasaron los años e hizo la solicitud, la oferta jamás llegó, hasta que un Alpha en cierto callejón se interesó en su olor y terminaron follando.

No sabía qué me había hecho ir por este callejón en vez de mi ruta preestablecida, tal vez la necesidad de algo nuevo en mi espantosamente monótona vida. El crujido de la nieve contra mis botas de piel de dragón resonaba a mi alrededor, este era el cuadragésimo primer invierno que pasaba, el peso de los años nunca cayó sobre mi apariencia.

Mi abuelo decía que la familia Prince fue bendecida hace muchos años por Lady Magic, proveyó inteligencia, ambición, belleza y astucia, así que supuse que la falta de presencia de los años en mi cutis era por esa razón. Hoy había salido para comprar las cosas de la cena de esta noche, el abuelo me decía que no necesitaba hacer eso ni siquiera cocinar pero me sentía inútil sino ayudaba un poco en regresarle todo lo que me había dado desde que yo tenía quince años.

Madre murió cuando tenía esa edad, Tobías había decidido que golpear la cabeza de su esposa con más fuerza hacia la pared había sido buena idea, lo que resultó en un arresto de la policía Muggle para luego ser procesado correctamente ante la ley británica. En ese momento, pensé que todo en mi futuro había terminado, que el ministerio me casaría joven y que no podría decidir como los demás Omega pero no fue así, ni una hora había pasado cuando Alexander Angus Prince se presentó ante mí, en una túnica imponente y facciones altivas, la belleza de mi madre definitivamente venía de ese hombre.

Me explicó cómo iban a ser las cosas, quién era él y por qué no supe de él o de la aparente herencia familiar que tenía. Todo tuvo sentido, ya que, si por algo podría definir a mi madre además de su gran amor y lealtad, era su orgullo, aunque éste la llevó a la muerte. Ella salió de su casa junto a Tobías Snape y jamás volvió, incluso si sus padres —mis abuelos— tuvieron razón todo el tiempo sobre este horrible hombre Muggle, ella aguantó hasta el último suspiro las consecuencias de sus acciones.

No pasó mucho tiempo para que me adaptara a la vida de la casa Prince, mis 'adorados' parientes me veían con desprecio y altivez, como yo ya lo esperaba. ¿Quién diría que un Omega mestizo heredaría todo y no el Alpha sangre pura de mi primo? Mi abuelo se encargó de vestirme, de educarme —aunque mi madre ya había hecho eso por mí—, de adiestrarme, de alimentarme y sobre todo, de orientarme.

Angus se encargó de quitarme toda esas mierdas supremacistas de sangre pura, de quitarme la idea errónea que me metió mi madre sobre que los nacidos de Muggle o los mismos Muggle eran escoria y solo los sangre pura valían, me enseñó algo que él hubiera deseado que le enseñaran. Me hizo darme cuenta de mi error, de cómo arruiné una amistad de años por el orgullo de madre que atravesó mi educación e influenció en mis acciones.

Entré en Hogwarts en mi sexto año de una forma más humilde, aún si llevaba el broche de la familia Prince, no dejaría que mis nuevos principios se quebraran, si algo logró Alexander fue que me diera cuenta de mis fallas y que me diera cuenta de cuándo tengo que rendirme para buscar el perdón, aunque no lo obtuve, no de Lily de cualquier forma.

—Por favor, Lily. —Con mis ojos suavizados y cabeza baja para mirarla imploré—. Perdóname, nunca fue mi intención herirte. Yo, mi educación me hizo de esa forma, no espero que lo olvides pero...

Mi propio cuento de hadas. - SnarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora