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La belleza de la princesa definitiva era
innegable, tan fina como elegante
pero teniendo esa dulce personalidad
y única.
Algo inesperado para una princesa, pero
simplemente enamorando más al criador
definitivo...
¿Como será...
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"¡primer día de clases comienza!"
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Narrador omnisciente.
Alli en el jardín de la academia se encontraban dos jóvenes conociéndose por primera vez, Sonia se encontraba con total emoción, conocer a alguien nuevo como el contrario ¡era lo perfecto!
—¿Y eres nuevo en esta academia? ¡Yo lo soy! ¡Es mi primer año! —confesó la de orbes azules brillantes como la noche, se notaba que era alguien muy alegre—.
Mientras que el joven de cabellos albinos y azabaches se encontraba viendo a la rubia que llevaba consigo un conejo blanco, al parecer iba a ser su nueva mascota el conejo.
—Vaya, parece que tu mortal tuviste la suerte de estar en el mismo grado de un gran ser oscuro—le respondió el de orbes bicolores donde tenía una sonrisa ladina—.
La de cabellos rubios largos tenía una gran emoción en sus orbes azules, encontrar a tal chico le parecía que fue la mayor fortuna. Aunque rápidamente noto que en la bufanda del contrario salió hamsters de ella.
—¿Oh? ¿Esos son hamsters? —pregunto la joven princesa con mucha curiosidad—.
—Para nada, estas son mis cuatros devas de la destrucción ¡pero ocultan su gran poder utilizando esta forma! —le respondió el de cicatriz en la cara con risitas de por medio—.
—¡Ohh! ¡Que tiernos son! —dijo la rubia con sinceridad al ver esos pequeños hamsters—.
—¿¡Tier-Tiernos!?.... Supongo que gracias... —se avergonzó el de bufanda morada tomando esta un poco para ocultar su rostro sonrojado—.
Mientras que la rubia dio una pequeña risa ligera toda dulce y amable, aunque pensó en la hora.
—Quizás debamos ir al gimnasio, ya sabes la ceremonia de bienvenida—aconsejo la de cabellos rubios viendo la hora con un poco de preocupación—.
—Mmm... Aceptaré su propuesta simple mortal... —acepto el de ojos bicolores acompañarla al gimnasio a su manera—.
Los dos jóvenes fueron hacia el gimnasio, donde en Japón las ceremonias de bienvenida eran allí además que ya había pasado el tiempo suficiente para que fuera pronto que empezará este.
Cuando llegaron al gimnasio de la academia notaron los tantos alumnos que se encontraban allí.
—(Wow... Me pregunto cuando llegaron... ) —pensó bastante sorprendida la de orbes azules—.
Además de empezar a sentirse nerviosa, tanta gente de su edad ahora en estos instantes.
—(Desearía que este en mi clase...)—pensó Sonia mientras veía al de bufanda morada con atención a donde iba—.
Aunque noto en los minis carteles los nombres de los cursos a donde iba a cada uno, y al instante noto que el chico de cabellos blancos y negros iba a su mismo curso, donde no pudo evitar emocionarse.
—También voy a este curso—confesó la rubia siguiendo al de bufanda morada con una gran sonrisa—.
—Al parecer el destino ya estaba escrito para que nos conociéramos antes—hablo el de ojos bicolores con una sonrisa aun ladina—.
Sonia asintió con su cabeza y fueron a sentarse para así que en unos pocos minutos iniciará la ceremonia de bienvenida en este inicio de año en la academia Kibougamine.
Después de unas palabras del director todas inspiradoras llenas de total esperanza, los alumnos pudieron ir a sus salones para así iniciar el primer día de clases.
—(Wow... Así que ellos son mis compañeros) —pensaba la rubia de ojos azules, viendo con detalle a cada compañero que tenía en su clase—.
Después la profesora que llevaba a cargo a los alumnos de tal curso les dio el favor de que ellos se sentarán donde quisieran, aunque Sonia no tenía mucha idea donde podría sentarse.
—Mmm... Hey Gundham—llamo la rubia hacia el de bufanda morada que ya estaba sentado en un sitio—.
—¿Que es lo que necesita simple mortal? —pregunto el de cicatriz en la cara con cierta pesadez—.
—Pues... Si no es de mucha molestia ¿podría sentarme a tu lado? — le hizo tal pregunta un poco avergonzada, aunque como era el primero que conocía pues quería sentarse a su lado—.
El de ojos bicolores no pudo evitar sorprenderse a tal pregunta, usualmente la gente se alejaba de este por que era este demasiado poderoso (en perspectiva de el). Así que solto una risa de esas de villanos malvados.
—Te otorgare ese asiento que tanto deseas, eres afortunada simple mortal, te sentaras al lado del gran señor oscuro—acepto el de cabello corto—.
A lo que la rubia se alegro lo suficiente para así sentarse al lado del criador definitivo con tanta alegría.