Desde la ventana, lo veía estaba contra la pared. Vestido con unos jeans negros su polera blanca con un estampado hermoso y su chaqueta negra estaba a punto de prender un cigarrillo cuando lo miro. Se da cuenta y ligeramente se acerca a mi mirada, me mira penetrante que me intimido y me genero un dolor de estómago impresionante, tenía piel de gallina por todo mi cuerpo.
Me iba a esconder cuando me sonríe y dice.
- ¿Me estás espiando?
- No, no solo miraba.
- ¿Y qué mirabas?
- Ay, qué importa. Puedo mirar lo que yo quiera le digo.
- Bueno, pero si quieres un cigarrillo solo tenías que pedirlo (me lo dice con una voz más suave y coqueta, y sus ojos pasan por todo mi cuerpo esperando una respuesta)
- No fumo. (me sonrió y se dio la vuelta)
Andaba con un pijama rojo de tela, polera de tiritas y un short. Pero encima traía puesto un polerón negro.
Me fui a duchar rápidamente y puse música muy fuerte para olvidarme de todo y concentrarme en cómo el agua caía sobre mí y las canciones hacían mover todo mi cuerpo con sintonía. Estuve como 1 hora en el agua. Salgo y camino hacia mi pieza que está al final del pasillo.
Reviso mi armario. Doy un vistazo por la ventana y noto que estaba un poco nublado, así que agarro un vestido negro delgado con mangas un chaleco blanco corto, pantis negras con un muy diminuto destello de brillo y mis botas negras favoritas.
Me puse crema en la cara rápidamente, colonia, una traba en el pelo, agarro un collar de cadena que combina con mis aros blancos. Tomo mi bolso y bajó rápidamente por las escaleras.
Cuando llegó a la cocina estaba mi madre, me sonríe y me dice
- ¡¡Buenos días!! ¿Vas a tomar desayuno?
- Hola, sí, pero comeré algo rápido que ya voy tarde. Le digo
- No hay problema, en el microondas hay unos panqueques por si quieres- me dice, la miro y le agradezco con una sonrisa.
Mi madre se marcha de la cocina y yo tomo un vaso para llevar café y agarro dos panqueques. Me acerco a la puerta, tomo las llaves y salgo muy rápido.
Tomo el metro, donde tenía que bajarme en la quinta estación. Cuando llego a mi estación subo desesperada las escaleras, donde choco con una señora, su cara me demostraba que no le agrado para nada. Me grita, que debía subir con más cuidado y se da la media vuelta golpeándome levemente con su cartera y sube arreglándose el cabello.
Empecé a caminar por la ciudad. Miraba mi alrededor como si desconociera el lugar, por donde paso casi todos los días. Estaba a punto de llegar, cuando iba a cruzar el semáforo se puso en rojo y apretó el botón para apurar la luz roja, pero no resultó. Sentí que fue el minuto más largo de mi vida mientras esperaba la luz verde exaltada.
Entrando, el guardia me pide el ticket de entrada, se lo entregó y me abre la puerta. Entró en el salón que olía de lo más cálido, el ambiente te brindaba una relajación y calma. Necesitaba explorar cada rincón.
Pero lo que más me llamó la atención del lugar fue un cuadro que estaba en la mitad de la exposición y las luces lo eliminaban a la perfección.
El cuadro representaba un prado con un cielo nublado magnífico, sus colores cálidos me traían una abrasadora satisfacción. Admiraba este cuadro que generaba paz y tranquilidad, me podía desvelar mirando este cuadro sin parar.
El tiempo se detuvo mientras observaba este cuadro, me imaginaba siendo la mujer de aquel cuadro de Dalí, pensaba cómo sería acostarme en ese prado de flores oliendo ese delicado y dulce olor de las flores, mirando el cielo azulado y las blancas nubes que lo acompañan. Me haría feliz tener el sol en mi cara y del viento dejándome la cara destapada.
La gente pasa, me miraba y yo nunca percibí su presencia. Hasta que siento por primera vez la presencia de alguien detrás mío, me hace temblar, era un sentimiento de nerviosismo, pero al mismo tiempo sentía algo cariñoso, acogedor de esta persona. Solo quería darme vuelta y ver quien era. Justo cuando iba a mirar quién estaba detrás. En mi oreja susurran:
- Beatitud es lo que siento al mirar aquella obra de arte que se presenta, ¿No lo crees?
- -Me dijo con una voz ronca, cautivadora. -Mis pelos se pusieron de punta cuando me doy cuenta de que era el chico de mi ventana, Tenía su pelo perfectamente arreglado con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Todos son dignos de mirar aquella hermosura? -Me pregunta
No tenía palabras, solo lo miro a sus brillantes ojos y le respondo con una pequeña sonrisa.
- Delante de mis ojos, no merezco aquel radiante brillo de serenidad. No, no creo que todos aquellos que pasen se merecen apreciar. -Me dice, con una voz más segura y fuerte.
- Bueno, eso es verdad no todos se merecen apreciar, pero todos pueden mirar. Solo los dignos se acercarán. - Le respondo- mirándolo fijamente a los ojos.
- Si los dignos, los valientes. - Me dice y se acerca lentamente más cerca de mí.
- Solo los que saben el verdadero valor de aquello, lo lograran comprender - Le digo- Volviendo mi mirada hacia la pintura.
Cuando siento un cosquilleo una leve sensación en mi mano, que de a poco se acercaba.
Me toma de la mano y se acerca de nuevo a mi oreja diciéndome con su voz grabe....
![](https://img.wattpad.com/cover/263440951-288-k583980.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El museo de la felicidad
RomanceEsta es una historia de amor que te va a consumir, con cada palabra. Es un amor tan apasionante que vas a fantasear con tener uno así, yo quiero uno asi jajaja. El personaje te va a ser amarlo de una manera tan grande que tus expectativas en el amo...