𝓘'𝓶 𝓷𝓸𝓽 𝓲𝓷 𝓵𝓸𝓿𝓮.

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Te despertaste de golpe sintiéndote peor que la noche anterior. Una capa de sudor fina recorría toda tu piel y sentías que en cualquier momento tu corazón saldría disparado de tu pecho.

Aquella pesadilla; tú muriendo mientras tus padres lo presencian en primera fila se había convertido en algo recurrente mientras dormías.

Llevaste los mechones de tu cabello hacia atrás y encendiste la vela que se encontraba justo a lado de tu cama. Sin tantas ganas caminaste lentamente hacia tu baño y lavaste tu rostro despacio, diste un gran suspiro y miraste tu reflejo en el espejo que había frente a ti.

"Mierda..." pensaste para después recargarte en el lavabo y quedarte así por un par de minutos mientras que lo único que llegaba a tus oídos era el sonido de los grillos y búhos.

Te pusiste tu chaqueta de la legión y saliste a uno de los pasillos abiertos de aquel gran castillo que ahora era la base de la increíble Legión de Reconocimiento, o como mejor querían llamarlo los pueblerinos "La Legión de los Locos".

Miraste hacia el cielo nocturno que se posaba sobre ti y respiraste lo más hondo que tus pulmones podían, tenías mucho miedo de morir.

En un par de horas saldrías a tu primera expedición fuera de estas murallas. Nunca fuiste la más destacada dentro de los  entrenamientos y muchas veces estuviste a nada de darte por vencida con tu sueño de algún día poder entregarle tu corazón a la humanidad, pero el recordar a tus padres y hermano menor te hacía recordar el motivo del por qué habías tomado la decisión de unirte al ejército.

Tus padres siempre soñaron con salir de aquellas murallas y conocer lo que había tras de ellas, soñaban con conocer el extenso cuerpo de agua salada, o la arena blanca que caía del cielo, entonces a base de muchas lágrimas y sudor lograste terminar aquel maldito entrenamiento de tres años.

Aún recuerdas los pálidos rostros de tus compañeros cuando les contaste que te unirías a la Legión de Reconocimiento. Trataron de persuadirte a que no lo hicieras, que eras demasiado débil para poder sobrevivir y que tu destino sería terminar en el estómago de algún jodido titán. Su sorpresa fue más aún cuando a pesar de que tenías todas las de fracasar y terminar como ellos te habían dicho, les diste una gran sonrisa y con firmeza en tu voz dijiste que estabas dispuesta a poner tu vida en riesgo con tal de cumplir tu sueño.

Phil Meyer y Agnés Moreau fueron los únicos que se unieron a tu circo de locuras, eran tus mejores amigos, las mejores personas que habías conocido y por primera vez querías hacer algo que no fuera con ellos y eso era unirte a la Legión.
Te carcomía la idea ver a tus camaradas morir justo frente a tus ojos y no poder hacer nada, sentías que la única razón por la cual se unían a la Legión era para poder cuidar tu trasero y eso te hacía sentir aún más culpable si es que su destino terminaba por ser trágico.

Agnés era una maravilla cuando usar el equipo tridimensional se trataba y Phil era un excelente estratega, mientras que lo único que había a tu favor era el no tenerle miedo a la muerte y saber escabullirte bien en situaciones de peligro, o al menos eso era lo que pensabas porque ahora estabas ahí, con lágrimas cayendo de tus ojos y tu cuerpo temblando por miedo a que tu futuro fuera tan corto y que tu vida sólo quedara recordada como una de las tantas más que acaban durante una expedición.

—Adiós mamá, papá, deseenme
suerte— fue lo único que soltaste hacia las dos estrellas más brillantes que había para después darte media vuelta y quedar cara a cara con el hombre más respetado de toda la humanidad, el comandante Erwin Smith.

De una manera rápida hiciste el saludo de la legión llevando tu mano derecha hecha un puño hacia donde se encontraba tu corazón, el comandante sólo sonrió de medio lado mientras mantenía ambos brazos cruzados

𝓛𝓸𝓿𝓮 𝓵𝓮𝓽𝓽𝓮𝓻𝓼 𝓽𝓸 𝔂𝓸𝓾. / 𝓔𝓻𝔀𝓲𝓷 𝓢𝓶𝓲𝓽𝓱.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora