TETRALOGÍA "ETERNIDAD" #O3
AURORA WHITE siempre fue lo contrario a lo que sus padres creían.
No podía negar que le gustaba el puesto de superioridad al que se exponía al ser sangre pura, sobre todo ella, considerando que pertenecía a una de las mejo...
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Aurora peinó una y otra vez su cabello con su peineta personal frente a su tocador, aquella que poseía su inicial. En realidad, a las niñas White les era confuso distinguir ciertas pertenencias, tales como sus peinetas, pues todas tenían la misma inicial en sus nombres, y además, el mismo color de cabello.
Athanasia, melliza de Ada y dos años mayor que Aurora, tenía el cabello un poco diferente, ya que esta poseía unos grandes rizos, muy hermosos.
—¡Niñas! Apúrense —dijo su madre desde el comedor principal, a través de una campanilla que conectaba con las habitaciones de sus hijas para poder comunicarse.
Después de todo, cada una de las niñas tenía su dormitorio personal. Habían dos desocupados, que pertenecían a dos de sus hermanas que se habían casado e ido de la mansión, los demás dormitorios eran exclusivos de visitas.
Era una gran mansión, una de las más grandes del mundo mágico.
Aurora se dio una última mirada a su espejo y sonrió para sí misma. No era egocéntrica, pero debía admitir sus buenos atributos, era linda y tenía una muy buena genética.
Todos los integrantes de su familia eran pelinegros, pero no cualquier tipo de negro, era uno que rozaba el carbón, al igual que sus ojos. Sus labios eran de un tono rojizo natural, y su piel era tan blanca y pálida como la nieve misma.
La única diferente era su madre, Charis, quién tenía un tono de piel canela y un cabello café castaño. Charis era la bondad de la familia, la alegría de la mansión, tenía una actitud muy maternal y era adorable, cariñosa, protectora y la perfecta definición de madre.
Astor era un poco contrario a Charis; era un mago de actitud fría, imponente, enfocado sólo en su familia y de mente controladora. Al igual que su esposa, era un fiel creyente de la supremacía de la sangre, y ambos se encargaron de enseñarle los valores correctos a sus hijas.
Se podría decir que las chicas habían seguido la tradición White, que provenía de su padre.
De forma rápida Aurora tomó su baúl, saliendo de su dormitorio y hallando a cuatro de sus seis hermanas quienes también salían junto a sus baúles.
Todas se echaron una rápida mirada y comenzaron a bajar las escaleras hacia el comedor principal, hallando a su madre, padre y a su hermana de seis años que aún no podía asistir a Hogwarts.
Su padre tomaba con sofisticación su taza de té, al percatarse de la presencia de las chicas les sonrió débilmente y dejó esta sobre su mesa, para acercarse al grupo de mujercitas que estaba reunido.
—¿Todas listas? —les preguntó su padre, con un tono neutral en el que se lograba distinguir un atisbo de emoción.
Todas asintieron, y de repente, una pequeña elfo llamó la atención de la familia presente.
