Llegó sin esfuerzo ninguno al último piso del hotel, 23 pisos subidos por las escaleras sin sudar ni una sola gota, tampoco le costó abrir la puerta de la azotea, pero no fue por su gran fuerza y determinación, esta ya estaba forzada por aquellos a los que venía persiguiendo. El eco que hizo el pesado metal de la puerta contra la pared cuando se abrió cambió los rostros de todos los que pisaban esa azotea.
Olía a miedo.
Se escuchaban los latidos desbocados de todos los presentes los cuales tenían su atención dirigida a Leo, parado de pie con una gran mirada de estupefacción casi hiperventilando por la boca. El ambiente sabía a sangre.
En la puerta: Leo. Al otro lado de la azotea, lo más alejado de él: Red, pálido y empujado a luchar al limite de sus fuerzas por una desesperación hambrienta. Entre ellos dos, unos ocho tipos armados hasta los dientes, la mafia, contratados especialmente para este momento, aún y que a alguno que otro esta misión le quedaba grande. Unos seguían apuntando a Red, este ya inofensivo, pues las heridas y el cansancio se habían apoderado de su alma y cuerpo y, aunque Leo no lo quisiese reconocer, posiblemente al borde del desmayo... O de la muerte. Los más precavidos apuntaban a Leo, era obvio que él era la clara amenaza y, aunque en ese momento las ordenes no fueran matarlo, todos sabían que era el objetivo final.
Fué en ese entonces que Red creyó sentir la lluvia caer en su rostro, miró al cielo atardecido pintado de rosado y amarillo y cerró los ojos. ¿lágrimas? Posiblemente.
Esa fue la primera vez que lloró después de ocho largos años, cuando le arrebataron aquel quien había sido lo más importante de su vida. Este mismo instante parecia una copia de lo que habia sido aquel otro. Estaba dispuesto a seguir peleando hasta perder su vida si con ello se llevaba a dos o tres de los gorilas que le habían hecho eso, pero cuando Leo apareció por la puerta... Supo que o morían los dos o sólo moriría él mismo. Abrió los ojos con delicadeza y dejó caer una silenciosa lágrima, la última. Se giró hacia dónde se encontraba Leo, le hablaba más que mirarle, "¡VETE! ¿QUÉ HACES AQUÍ? ¡LO VAS A ARRUINAR TODO!" Pero en su mirada solo se percibía un "Sálvate, por favor" y antes de que cualquiera pudiese hacer un movimiento y rogando que Leo hubiese recibido el mensaje, tiró su arma descargada en dirección a los mafiosos y con las pocas fuerzas que le quedaban subió al pequeño muro que separaba la azotea del cielo dejándose caer al vacío, sin mirar atrás, sin mirarle.
Se precipitaba, de cabeza a la acera de alguna calle poco transitada a esas horas de la tarde, con los ojos cerrados, los segundos se le hacían eternos, sintiendo el viento en su contra y sus lágrimas resbalando hacía arriba por su frente. Tal vez debió decirle adiós o te quiero, pero era arriesgado, se suponía que su muerte sería la distracción perfecta para que Leo pudiese huir. Seguía cayendo, esperando el final, rápido e indoloro, o eso esperaba.
Pero el final fue un abrazo frío. Se sintió recogido junto al cuerpo que siempre quiso estar. Abrió los ojos, "¿Es esto el acaso el cielo?". Leo también lo miraba mientras lloraba. "No vuelvas a hacer esto nunca más".
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Por todas las veces que quise matarte
Fiksi RemajaLeo se acerca a Red para así poder protegerlo de la mafia que su propio padre ha creado. Un seguido se sucesos y secretos provocarán que Leo deba, pero, alejarse de Red de nuevo. Una historia de amor y traición en una Nueva York marcada por las luc...