Todas las mañanas Kaia se levantaba con el vibrar de la alarma programada en el celular, a las siete, aunque por alguna razón, su mente creó su propia alarma y desde hace un mes se había despertado una hora antes, todos los días, sin falta, aunque sea fin de semana. Al principio le molestaba bastante, ya que, desde que había empezado la universidad, dormir comenzaba a ser un privilegio y perder una hora de sueño todos los días, era algo fastidioso, pero de a poco se estaba acostumbrando y a verle el lado positivo a esto. Luego de estirarse por varios minutos en la cama y pensar si realmente quería ser una interprete toda mi vida, se dignó a levantarse, ducharse e ir al comedor donde le recibió una mujer preparándose una taza de café en la cocina y la reportera en la televisión dando las noticias de la mañana.
- ¿Otra vez con problemas de sueño? Ya va siendo un mes que te levantas a esta hora – tomó otra taza del mueble y se lo entregó lleno de agua hirviendo, junto con un frasco de café y el recipiente del azúcar, echó una cucharada del primer frasco y dos cucharadas del segundo.
- Si, pero ya no es tan malo, comienza agradarme tener más tiempo en el día – tomó un sorbo de café y miró la televisión adherida en la pared. Una mujer de cuarenta años aproximadamente daba un reportaje sobre la trata infantil.
- “Y hoy se cumplen diez años de la desaparición de la pequeña Kaia, luego de que fuera raptada por una pareja en una van negra a altas horas de la noche, a las afuera de la cabaña vacacional de sus abuelos. Se sospecha que esas personas eran pertenecientes a una red de trata infantil, y aunque como dijimos al inicio de la nota, ha pasado una década, su familia aún no ha perdido la esperanza de encontrarla algún día, se cree que la jo…” - no alcanzó a terminar de oír el reportaje, cuando la pantalla, se volvió de color negro, desapareciendo a la reportera.
- Oye, ¿Qué haces? Estaba viendo eso – dio vuelta hacia a la mujer de antes, tenía el control remoto en la mano y con una evidente molestia, apuntaba hacia a la pantalla.
- No creo que sea buena idea ver este tipo de noticias, María
- En serio, ¿Cuántas veces tengo que repetirte lo mismo? No me llamo María, mi nombre es… – respondió tras un suspiro
- No vengas con lo mismo, otra vez, tu nombre es María y fin de la discusión – respondió, seguido de dejar con fuerza la taza en la mesa de la cocina.
Tomó un gran y último sorbo del líquido amargo y la dejó en la mesa de centro del departamento, tomó su bolso que dejó la noche anterior en el sillón, y me dirigió a la puerta, sacó las llaves del ganchito que estaba al lado derecho de la puerta y salió molesta, sin ganas ni siquiera de despedirse de la mujer.
Bajó las escaleras con rapidez, creando un sonido con cada pisada, al llegar abajo un gruñido capta su atención, un perro bulldog gris la esperaba atento a cualquier movimiento erróneo para atacarla, pero no le tenía miedo, al contrario, sentía lástima por él. No es su culpa que le hayan enseñado que su único objetivo era lastimar y atemorizar a la gente. Dejó de lado la presencia del perro y siguió caminando hacia la puerta principal del edificio y me dirigí al paradero a esperar el bus junto con otros jóvenes de mi edad, empresarios viendo a cada minuto el reloj, como si la fuera más rápido haciendo eso, y madres envueltas en batas tomando la mano de sus pequeños hijos adormilados, pero entre esas madres e hijos, uno exactamente llamó su atención. Un hombre de unos cuarenta años llevaba a la fuerza a una pequeña niña a la escuela.
***
- ¡Ven aquí maldita mocosa! – unos pálidos y pequeños pies descalzo corren por el húmedo suelo del cementerio, dejando de lado su miedo a la oscuridad, pasa por varias filas de ataúdes hasta llegar a la parte más oscura del lugar, se esconde detrás de una lápida con una cruz en la punta, se siente en el suelo terroso y con sus pequeñas manos temblorosas cubre su boca bloqueando cualquier sonido que salga de esta.
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Kaia
Non-FictionTenia solo diez años cuando viví uno de los infiernos más grande que un niño puede pasar. No importa cuánto tiempo pase, los recuerdos siempre estarán en mi mente y aunque ahora tengo una vida completamente diferente y lejos de ese calvario, todos l...