EL SACRIFICIO (1° PARTE)

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 La luna parecía haber aumentado de tamaño. Su luz lo inundaba todo. 

El cielo de aquella noche estaba claro. No había nubes que interrumpieran la extraordinaria luminosidad que emanaba este astro.

Un silencio pesado y muy frio se coló en las casas de los habitantes que vivían en los alrededores de aquella vieja iglesia.

Todo aquel que intentaba salir de sus hogares esa noche, sufría de extraños escalofríos que les recorrían por completo. Esto motivó a que las personas ni siquiera se atrevieran a asomarse por sus ventanas para ver que era lo que sucedía allá afuera..

Sólo el leve sonido que hace el roce de neumáticos contra el pavimento mojado de los vehículos que se acercaban lentamente hacia la iglesia, interrumpían el sepulcral silencio de la noche.

-Todo está listo mi señor - 

Pero el hombre alto y pálido no respondió. Bajó del auto lentamente, cubrió su cabeza con la capucha de su negra sotana y avanzó hasta perderse detrás de las viejas y desvencijadas puertas del antiguo edificio.

De inmediato, le siguieron más y más vehículos negros, desde donde salían hombres y mujeres ataviados todos con el mismo atuendo de aquel primer hombre en llegar..

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Los ojos de Gabriel permanecían abiertos como plato.

Desde que se enteró de todo, no había vuelto a emitir palabra.

Hacía ya varias horas que los tres hombres habían abordado el primer vuelo directo hacia su peor pesadilla.

Durante el viaje, Bernardo y José, fueron armando el plan con el cual pretenderían salvar la vida de aquel niño y el de Isidora.

- No se si lo podamos lograr con ella - susurró Bernardo. Gabriel permanecía impávido.

- Lo lograremos amigo. No por nada sobreviví a todo ese mal. Los conozco muy bien. Se de sus maléficos planes... se lo que harán. La suerte de ese niño, mi nieto, está echada. Lamentablemente ese pequeño es su única salvación.

- Ya no les sirve la sangre de cualquier inocente. Deben tener la de un de de la nueva raza, procreado con el amor más puro y noble, el verdadero.

Los ojos de Gabriel ya no aguantaban más. Era la primera vez, después de su huida, que volvía a permitirse sentir como su corazón se estrechaba en su pecho y las lágrimas inundaban sus mejillas.

Nadie podía saber las cosas que pasaban por su cabeza. Las emociones, las dudas, los miedos que le habían atormentado desde que decidió marcharse dejando atras todo lo que más amaba en la vida.

Isidora, su Isidora había tenido un hijo suyo y éste estaba en serio peligro. Ambos lo estaban. 

CIEGA OBSESIÓN (DESEO DE SANGRE Y PODER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora