EPÍLOGO

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Acá va al fin el epílogo.. Para quienes lo esperaban.

Disculpas por tantas demora... Me ha sido difícil darle un tiempito a mis escritos. Pero ahora .. veamos como queda.


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Gabriel miraba desde la puerta de la habitación a Isidora. Ella reposaba sobre aquella antigua mecedora intentando que su hija tome el pecho.

Había permanecido varios días hospitalizada gracias a la gran cantidad de humo que se alojó en su pequeño cuerpecito. Pero ahora ya estaba junto a su madre nuevamente y se veía feliz.

Isidora sentía su presencia cerca pero no se atrevía aun a mirarlo a la cara. Temía que su presencia ahí fuera sólo temporal. No soportaría volver a abrir su corazón y decirle cuanto lo amaba, desde siempre, desde el primer día, sólo que había estado tan obsesionada con aquel sentimiento de protección que le inspiraba Julian que no lo podía ver ni aceptar.

¿Le creería si le dijera?

Respiró profundo cerrando los ojos. No podía angustiarse ahora. Necesitaba entregarle lo mejor de si a su pequeña. No lloraría. Ya toda la pesadilla había terminado.


Gabriel sí se había dejado llevar por aquellos feroces sentimientos de culpa que lo mantenían paralizado frente a la escena más maravillosa que podía haber imaginado alguna vez.

Si hubiera estado ahí, si la hubiera escuchado, si no se hubiera comportado como lo que era, un pobre y estúpido cobarde.

Su cuerpo intentó acercarse a ellas pero el pánico lo detuvo. Recordó la mirada de ellos dos; Julian e Isidora, cuando casi en un arrebato de profunda ternura que jamás se habría imaginado, éste le entregó el cuerpo de su hija a su mujer. Vio como ellos se miraban dulcemente y como Isidora le besaba la frente y lloraba desconsolada al verlo desmayado.

Luego, todo sucedió muy de prisa. Los bomberos, la policía, la ambulancia llevándose a su hija y a su mujer. Él quiso correr tras de ellos pero Bernardo lo detuvo, debían ponerse de acuerdo en la historia que contarían. No sería nada fácil intentar explicar la mortandad que había quedado bajo sus pies. ¿Quién les creería?

Finalmente y gracias a esas coincidencias inexplicables que el universo se encarga de poner en los destinos de algunos seres, sucedió que el jefe de la policía era conocido de Bernardo y de José. Sabía de aquella raza y de sus extrañas maquinaciones.

En esa ocasión se enteraron que hacía años que estaban siendo perseguidos por un grupo de élite de algún gobierno extranjero que ni ellos conocían.

Gracias a ello pudieron volver sin mayores contratiempos al lado de sus seres queridos; ellos se encargarían de "limpiar" el lugar y de tener la historia perfecta para contarle a los medios y a los curiosos de siempre.


Isidora había preferido permanecer en el hospital junto a su hija mientras se recuperaba, pero también junto a Julian, quien estaba muy mal.

Esos días fueron los peores para Gabriel. Había entendido el mensaje. Ella nunca sería suya. Jamás lo había sido.

Había querido volar demasiado alto soñando con un amor real, con una familia, junto a la mujer de sus sueños pero su estúpida cobardía lo habían dejado vacío, sin nada ni nadie por quien luchar ni por quien vivir. Ahora, mirándolas a las dos desde la puerta lo sabía y lo aceptaba. Esa misma tarde volvería a Alemania. Ya nada lo detenía ahí.

CIEGA OBSESIÓN (DESEO DE SANGRE Y PODER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora