Prólogo

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Suena el teléfono y lo miro sin mirar...sé que no eres tú.
Me llega un mensaje, un correo... y no corro para leerlo, porque sé, que tampoco eres tú.

Pasan las horas, los días, los meses y los años, y con resignación a veces, y otras con más o menos dolor acepto, que no vas a aparecer de nuevo, que en mi corazón solo queda la fibrilla de un hilo que en su día tuvimos que cortar, porque de continuar hilando hubiéramos acabado estrangulados por nosotros mismos. Guardo esa fibrilla de hilo como quién guarda el más preciado de sus tesoros, con la esperanza de que aunque solo sea así, no acabe de romperse nunca. Así que acepto dentro de la amargura del no querer aceptar, el hecho que nos encontramos, nos conocimos, en un tiempo que no era para nosotros, que no nos correspondía, que nos habíamos filtrado en una dimensión en la que estábamos robando el tiempo a nuestros relojes, paseando por un laberinto lleno de colores pero peligroso a la vez, que no nos llevaría a ningún lugar, sinó el más oscuro de los dolores...haber encontrado a tu persona en un espacio y tiempo equivocado, que esa ecuación no era la tuya, y no la íbamos a poder resolver.

Y así pasan los años, entre la esperanza, entre la suerte o la casualidad quizás, que un dia tengamos el valor de dar una señal y saber a través de una cortina, una milésima de tí y una milésima de mí, una palabra, una imágen, una declaración real en una canción camuflada, porque así duele menos, tanto para tí como para mí. Dar una señal para saber que aún nos recordamos, que aún quieres hacerme saber que no me olvidas y viceversa. Es muy difícil querer borrar algo que todavia sigue vivo y sientes latir, es muy difícil renunciar a lo que te da vida.

Y de repente una llamada y una voz, la tuya, que me transporta a otra dimensión, aquélla en la que sólo quiero estar contigo, donde el tiempo no pasa tan deprisa, donde no existen leyes, ni penas ni castigos, allí donde si podemos resolver nuestra ecuación porque nosotros somos los dueños de nuestro espacio y de nuestro tiempo, de nuestro sentir y nuestros deseos. Donde no tenemos el peso de nuestra conciencia juzgando si eres mejor o peor por sentir tanto por una persona que vive a tres años de tí.

Y por dentro, mientras ruedan las palabras del corazón hacia la boca, las tímidas risas nerviosas, tu voz me hace volver atrás, a tres años de aquí, donde por primera vez te escuché y descubrí que de verdad existían personas como tú, que es cierto que existen personas que encajan de manera sobrenatural, donde todo fluye sin más. Toda aquélla energía que nos envolvía sigue igual, y me da un calambre en el estómago pensar en colgar y que pasen tres años más.

Qué difícil es no querer hacer daño, que difícil es no atravesar la frontera donde el corazón bloquee lo racional y acabar bajo sus latidos.

Qué difícil mantener la única fibrilla del hilo que nos mantiene unidos.

Te echo de menos.

A tres años de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora