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Llegue a mi casa, y subo a mi habitación para poder cambiarme, ya que mi madre y padre tenían invitados y como toda familia millonaria "Los hijos siempre tienen que estar en las reuniones"

Puedo decir que es lo más aburrido del mundo, es como estar un lunes por la mañana en una clase de matemáticas
Minutos después baje y ya estaban los amigos de mis padres en la mesa, me acerqué sentándome en mi asiento asignado.

—Lo siento Gabriela, Mateo, mi chofer no se apuraba.— se disculpa uno de los socios y me doy cuenta que es el mismo hombre de esta mañana.

—Usted otra vez?—digo, confusa.

—Tu...—dice entre dientes dándome una cara de desagrado.

—¿Se conocen?—inquiere mi madre observando al pelinegro.

No respondo, pero el no se queda callado.

—Claro que la conozco, es la estupida que me tiro mi café encima.

—Me disculpe y ofrecí pagar por su camisa.—baje mi cabeza evitando la mirada de mis padre.

Aunque sus "socios" estén en lo incorrecto siempre seré yo la culpables

—Querida, ¿por que no vas a jardín?

—Si me disculpan.—me levante y camine hacia el jardín.

***

Estos días he estado muy desanimada, me enteré que mis supuestos "amigos" hablan a mis espaldas, estoy sola, ni siquiera un chico se acerca a decirme hola.

Es como si fuera un bicho raro, alguien desagradable...

Observo mi flores favoritas.

—Veo que piensas mucho.—una voz masculina me asusta, giro mi cabeza observando a uno de los socios.

—Si, tal vez un poco.—volví mi mirada hacia las flores soltando un suspiro.

—¿Que tienes?

—No es nada, simplemente cosas de instituto.—respondí con un tono de voz átona.

***

Los dias pasaban y no tenía ni idea que es lo que me esperaba.

Bajo las escaleras y observó algunas maletas y mi madre a la par de ellas.

—Mamá, ¿de quien son esas maletas?–inquiero confusa.

—Son tuyas.—rompe en llanto.

—¿Mías? ¿Como que mías mamá?—trato de entender la situación.

—Lo sentimos, Elizabeth, por razones tuvimos que venderte a uno de nuestros socios.—sale de su oficina y detrás de él está el hombre desagradable.

—¿Es una broma verdad? Madre dime que es una broma.—mis ojos se llenan de lágrima, mi madre baja su mirada.

—Dereck sube las maletas a mi auto.—ordena el pelinegro mirando su celular.

—¿Por que me hacen esto?

Ambos no me miraron, preferían ver la pared antes de mirarme y darme explicaciones, son unos cobardes, como se les ocurre vender a su hija, a su única hija...

Solté algunas lágrimas.

—Oye niñita, ya deja de llorar y sigue a Dereck.—me ordena.

—No te hare caso, no te conozco, ni siquiera se qué haces.—el suspira con fastidio.

Guarda su celular en su saco y da unos pasos hacia mi quedando a solo centímetros,el lleva su mano hacia mi barbilla y la alza.

—Soy Mark, un hombre poderoso, guapo y ahora tu dueño.—sonríe cínicamente.

Sus ojos azules son fríos, ningún sentimientos, es como si no tuviera nada por dentro.

—Henry, llévala al auto, ya harto verla llorar.

El guardaespaldas sigue sus órdenes, me agarra encaminándome hacia el auto. Me subí y sin poder detenerme empecé a sollozar, ¿por que me vendireron mis padres?

El hombre se subió también al auto.

—Oye tu, llorar no te llevará a nada, así que límpiate esas lágrimas y espero no escuchar un sollozo en todo el camino.

***

Yes, Baby GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora