VI. Negación y desesperación

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"Hago lo que tenga que hacer para sobrevivir,

Pero sé lo que está mal, y sé lo que está bien."

In my secret life / Leonard Cohen

Negación y desesperación

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Seis semanas lejos de Konoha.

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Kiba tenía muchos sentimientos encontrados.

Los últimos días había sido el único que salía de la cueva, Shino insistió en que Hinata y él no debían salir hasta que estuviera listo el bar donde esconderse. Cada vez que tenía que dejarlos solos le asaltaba un fuerte dolor en el pecho, como temiendo que algo malo les pudiera pasar en su ausencia, pero al mismo tiempo se sentía mejor sin ellos diciéndole qué hacer, se sentía libre de elegir todo como quisiera, se sentía libre del peso de ver a Hinata con poca ropa y desear como todo su corazón estrujar su cuello con sus manos. No deseaba matarla, no, pero no podía evitar culparla de su situación, si tan solo no hubiera pretendido salvar a su hermana hubieran tenido la oportunidad de hablar con... ¿Con quién? ¿Tsunade-sama? Ella estaba muerta, se había enterado hace un par de horas en el pueblo donde estaba.

Pensándolo de otra forma, tal vez sus clanes los hubieran liquidado antes de que se eligiera al sucesor de la rubia, pero nunca podría saber qué hubiera podido pasar porque ahora estaba esperando que le entregaran las escrituras del local que acababa de comprar, un primer paso para conseguir alcanzar sus objetivos.

— ¿Está seguro de que quiere comprar este sitio, Genji-sama? — Decía un hombre con ropa de campesino, quién traía consigo un par de pergaminos y una pluma de ave con un tarro de tinta. — Este lugar está en medio de tres países, si estalla una guerra, probablemente sea el primer lugar que caiga.

El chico mostró una sonrisa socarrona al escuchar su nuevo nombre...

— Son tiempos de paz... además le he pagado lo suficiente, ¿No es así?

— Sí, más de lo necesario... Le recomiendo que no deje este lugar solo por mucho tiempo, hay gente que ha intentado apoderarse de este lugar. El lugar cuenta con su propia planta de energía pero requiere cambios en la madera del piso y otras modificaciones, hay material suficiente en el sótano, pero si usted lo desea puedo traer a mis trabajadores...

— No, yo me haré cargo. — Su de por sí poca paciencia estaba empezando a agotarse, el no tener a Akamaru a su lado era lo que más lo ponía de mal humor.

El hombre notó ese atisbo de fastidio en el castaño, por lo que entregó los pergaminos y se despidió con una profunda reverencia. Cuando Kiba estuvo solo, miró el edificio. Era una posada de planta baja y un piso, así como un sótano bastante amplio, la fachada se veía descuidada pero estaba a pocos metros del punto donde colisionaban las fronteras del país del fuego, la tierra y el agua. Sin duda muchos shinobis y comerciantes pasarían por ahí.

Abrió su mochila de viaje y calculó que la comida que había dejado a sus amigos hace dos día deberían ser suficientes para unos días más, aún podía quedarse un tiempo para hacer reparaciones en ese lugar, la cueva estaba a menos de un kilómetro, pero sin duda su prioridad era acondicionar ese lugar para que ya se pudieran mudar; la cueva era demasiada húmeda y no les ayudaba para cicatrizar del todo sus heridas.

Entró al inmueble y se dio cuenta de que no tenía la menor idea de cómo convertir una vieja posada en un bar.

— Tal vez debería buscar alguien que lo haga — Pensó con molestia, deseaba trabajar con las menos personas posibles, no quería que nadie estuviera lo suficientemente cerca para reconocerlo.

One last thing [Dark ShikaHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora