U N O

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Antes de comenzar, quiero decir que este fanfic está lo más basado que se puede en la realidad del día a día de un matrimonio.

No quiero que inicien está historia pensando que todo será de color de rosas y que todo se mostrará de cuento.

El matrimonio es un paso difícil y está lleno de dificultades, y aqui trato de mostrar la esencia de amor que tiene de forma original aún cuando existen conflictos y problemas.

Si este tipo de cosas no te agradan te pido porfavor que te retires y te quedes con la idea del matrimonio agradable, porque no pienso abstenerme de nada de ello.

Gracias por la atención.

———

Vivir con alguien era complicado.

Después de tantos años de tranquilidad y soledad, para Rubén cada mañana parecía una odisea, odisea cuyo premio era aún mayor y que por eso se atrevía a enfrentar todos los días.

Si le preguntarán, de forma instantánea diría que le encanta, amanecer entre los brazos de Samuel y compartir sonrisas durante los desayunos, las tardes agradables y las noches cálidas, no podría decir que existe algo mejor, pero algunos días era complicado.

Porque pese a todo Samuel vivía en un mundo aún levemente desconocido para el, y algunas veces esos mundos chocaban y sentía que lo estaba hechando a perder, sucedía entonces, que tenían pequeñas peleas.

Pequeñas peleas que eran más que naturales, pero que para su frágil mente no parecían menos que el fin del mundo por lo desconocido que le era todo, y sabía que a veces eso lastimaba a Samuel también.

Sin embargo, había aprendido algunas cosas durante aquellos meses y se sentía tranquilo de poder ponerlas en práctica algunas veces, cuando los sentimientos eran más fuertes que el.

— Lo siento ¿Si? Es solo que me sentí mal y... — Rubén trataba vagamente de excusarse lo mejor que podía, ante un Samuel que aunque ,parecía insistir en no estar molesto, se notaba distante y hastiado.

Entendía ese sentimiento, en aquellos meses a él también había experimentado esos sentimientos de defraude y miedo, dónde en realidad, no se debia a nada más que la poca confianza que Samuel parecía haber desarrollado por el mundo después de saber más sobre Rubén, y sin embargo, ahora había metido la pata muy profundo.

— No estoy molesto, ¿Podemos porfavor ver la película y ya? — Le cuestionó Samuel, tratando en todo lo posible de no salir de sus casillas mientras le miraba con rogacion.

Estaba cansado, había sido un día difícil y no estaba del todo tranquilo con aquella discusión que había tenido con el menor, había tratado en lo posible, de reflexionar hacerca de ello, diciéndose a sí mismo que todo aquello había sido un mero impulso del castaño.

Sin embargo aún así le molestaba, porque de alguna manera, se había sentido como si aquella desconfianza lo hubiera atacado primordialmente a él.

— Solo quiero que sepas que no pensé mucho en ello y sim- — Las palabras del ojiverde fueron calladas por el repentino suspiro de Samuel que no hizo más que ponerle aún más nervioso.

— Rubén, estoy cansado ¿Está bien si me voy a dormir ya? — Le cuestionó, con el tono más amable que podía conseguir sacar de su garganta mientras trataba de alejarse de todo aquello para poder pensar con claridad.

El menor le miro por leves segundos en un silencio casi sepulcral, con el fondo de las voces provenientes de la película.

— Está bien —.

Sabía que Samuel se estaba conteniendo, sabía que estaba molesto pero que no deseaba herirlo y eso solo lograba que se sintiera más culpable, sin embargo, aunque quizo disculparse, solo dejo que el mayor se fuera, demasiado consiente de que no quería ser quemado por el dragón que Samuel trataba de alejar de el.

Aquel dragón que defendía los pensamientos del de ojos castaños y que el no se veía en condiciones de retar.

Había aprendido, que había días, en los que Samuel solo quería espacio, tranquilidad y un poco de comprensión, porque aunque era más lógico de lo que era el, seguía siendo un humano, y comprendía bien el porque, al final el también lo había experimentado y también había deseado calma.

Se había equivocado, y lo había hecho seriamente, y es que, cuando aquella chica de gestos lindos y tranquilos se había acercado, de alguna manera sus inseguridades le habían golpeado de nuevo, le había aterrado y nuevamente le habían vencido.

Se había mostrado hostil, y quizá, se había sobrepasado con las palabras que le había dedicado a Samuel.

Había retado su confianza y le había restregado en la cara la posibilidad de que le abandonará, aún sabiendo que Samuel se hubiese visto incapaz de hacer algo como eso.

Al final, las ideas terminaron fluyendo sobre papel, papel que contenía letras nerviosas y desprolijas que marcaban en claro lo nervioso y arrepentido que estaba por aquellas acciones.

Una carta sencilla, al final, Rubén, nunca había sido bueno con las palabras, nisiquiera cuando se trataba de escribirlas, sin embargo, consideraba era más fácil hacerlas llegar a Samuel.

El papel se deslizó por debajo de la puerta, y se retiró a su cueva mientras esperaba por una respuesta próxima.

No tardó demasiado, quizá debido a sus palabras, a la paciencia de Samuel o al amor que ambos se proferían pese a los números que solían armarse entre ellos.

Se trato de un mensaje corto, de aspecto reconfortante que le hizo soltar el aire retenido en sus pulmones.

— Yo también te amo — Escucho en la voz ajena a la suya, desde la puerta.

— Claro que me amas — Bromeó Rubén, mientras le soltaba una sonrisa boba y una mirada de lamento.

— Ya no importa, entiendo — Le aseguro Samuel, acercándose mientras le daba un beso en la cien de forma cariñosa, para luego colar los ojos en la pantalla del ordenador.— Hey, almenos invítame — Rio, cuando se encontró con que el menor se encontraba jugando.

— Cuando quieras —.

Vivir con alguien era difícil.

Es aún más difícil cuando ese alguien te ama con locura y tú a él, es difícil porque algunas veces hay cosas que no nos gustan, cosas que nos hacen dudar y temer.

Es algo que Rubén había aprendido.

Y le gustaba.

Porque con cada detalle, cada cosa y disgusto, podía asegurar más alto que Samuel era, es y será siempre la persona que quiere a su lado.

No importaban las discusiones, los conflictos, los cambios de ideas, sabía que, apoyados del amor que se tenían, no habría problema que les superará, porque más haya de todo, estaba el respeto y la confianza que se tenían.

Porque el amor no solo es amor, es una mezcla llena de sentimientos que a veces hace parecer que es más complicado.

Pero para Rubén poco importaba.

A Samuel no podía valerle menos.

Mientras pudiesen observar la sonrisa del otro, todo estaría bien.
La familia De Luque no se rinde tan fácil.



La Familia De Luque || ¿Café? || Rubegetta T.2 "Hogar"|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora