Y entonces, fue así de simple como todas la horas siguientes, en lo único que podía pensar era en Dereck. Sus palabras me habían envuelto como si mi rigidez ante él no sirviera y caía lentamente. Este encuentro me había gustado, volver a tener una conversación con tenciones en el medio era lo que encendía nuestra cercanía, había sido soñado pero desgarrador.
También pensaba en el lio en el que se había involucrado involuntariamente. Todo era un desastre y ahora que él volvió a mi vida sin previo aviso, así como las cosas comenzaban a mejorar, parecían empeorar.
Sabia bien porque deseaba ayudarlo, aun lo amaba pero además tenia una pequeña deuda interna con los Pierce. Mi propio padre había comenzado esta disputa y si no hubiese sido por Ariel, el día de hoy quizás nuestras vidas hubiesen seguido su curso sin tener una conexión con ambos gemelos.
Durante toda la noche no logre cerrar los ojos, conciliar el sueño me era un desafío, giraba sobre las sábanas arrugadas de un extremo al otro colocando mis brazos sobre la cabeza, miraba el techo desteñido sin razón mientras escuchaba como los coches transitaban por la pequeña calle concurrida, haciendo que estuviese atenta a cualquier sonido. Involuntariamente giraba la mirada hacia la mesa de luz donde se hallaba mi teléfono celular cargando, quizás esperando por un nuevo mensaje por parte de Pierce.
Suspire pesado. El insomnio me estaba consumiendo y las pocas ganas de introducirme en un buen sueño placentero se habían esfumado desde hace horas, por lo que decidí sentarme sobre la cama e inspeccionar a través de la ventana para mirar como las personas transitaban por la acera.
Tal vez fue la larga espera, pero el celular vidrio de repente logrando que me exaltara del susto. Al mirarlo, la pantalla se iluminaba con un nombre peculiar el cual no lograba distinguir gracias a que aun mi visión seguía acostumbrada a la penumbra del cuarto.
Sin mucho rodeo lo tome y atendí.
- ¿Hola? - Pregunte desanimada.
- Sam... - Su voz era tan pequeña, como un suspiro intencionado - Sam.
Eren entonó mi nombre y por como se escuchaba, no era un buen síntoma. La música de fondo retumbaba en mi teléfono y causaba que toda palabra, pese a que lo pronunciara de mala forma, no se escuchara.
- Eren, ¿Dónde estas? - Pregunte preocupada.
- Creo que bebí de mas... - Soltó una risa ocurrente y luego el sonido de la música regresó a mis tímpanos - Y creo que estoy en Urgan City.
Al segundo de haber escuchado su ubicación, me eleve de la cama en busca de unos zapatos.
- No te muevas de donde estas, iré por ti.
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Suplicarás © (2)
Romance•Segundo libro de la bilogia "Arderás". (Para leer este libro, es necesario leer la primera parte titulada "Arderás") Samanta piensa que el destino es un simple juego de supervivencia, que las casualidades son solo para valientes y la destrucción qu...