((🍪)) AMANECER

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A Tanjirō le gusta ver el atardecer. Ese precioso momento donde el cielo desprende colores, rojos, amarillos, violetas y rosados, y se funden en un lienzo celestial, formando una cálida explosión que agita las emociones. A Tanjirō le gusta ver el atardecer porque transmite esa sensación de paz, de armonía, de ensueño silencioso y abrazo maternal, le gusta ver el atardecer y olvidarse que existen miles de sueños rotos y corazones empolvados.

Saca su silla plegable, la pone en la costa y se sienta. A veces lees, a veces realiza las cuentas, a veces reflexiona y a veces recuerda. La playa no queda tan lejos, unos cuantos pasos y ya llegó, así que puede ir cuando quiera y cuando se le plazca, pero Tanjirō es un muchacho bastante sensible, y sólo visita la playa si tiene dudas en el alma o en la cabeza.

Los últimos días, las ventas de pescado han estado bajas y hay varias bocas hambrientas que desean ser alimentadas. Nezuko aporta bastante, pero Tanjirō sabe que él tambien debe ayudar. Los últimos días, Tanjirō se siente aturdido y pesado, quizás ha derramado muchas lágrimas y lanzado mil maldiciones, y necesita, con mucha urgencia, una persona que le diga que todo estará bien aunque sea mentira.

Otra vez, sentando en la silla plegable, observando como el sol se sumerge en las aguas añiles y amargas del océano, Tanjirō llora, alzando la mano e intentando alcanzar el cielo. El mismo cielo que tiene tonalidades claras y veraniegas, el mismo cielo rojizo y amarillo, el mismísimo cielo donde está Kyōjurō, ese que fue su luz, su balsa, su camino y su todo, ese con el único poder de sanarlo, de empujarlo hacia la cima, ese que sabía qué decir y cómo decirlo, ese, que ahora se va junto con el atardecer.

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2021 ⏰

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pergaminos de fuego | kyojuro rengokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora