Capítulo 1

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Águeda

    Me desperté de repente mientras cogía el móvil para ver la hora en este. La pantalla de bloqueo marcaba las siete y cuarto de la mañana. Mierda. Me levanté de la cama y empecé a vestirme lo más rápido que podía con unos pantalones anchos y una camiseta de manga corta. Justo cuando me puse el calcetín del pie izquierdo escuché a mi hermano gritar desde el pasillo que llegábamos tarde a clase. Terminé de ponerme el zapato, cogí las muletas y salí de la habitación tomando el camino hacia la cocina. En ella estaba mi padre preparando cinco vasos de leche con colacao y el almuerzo para el instituto. Dejé apoyadas las muletas en la isleta y me senté en el taburete de la esquina. Todo el mundo iba corriendo de un lado para el otro vistiéndose y cogiendo las cosas que necesitaban para pasar la mañana. Mi hermana Nadia, de pelo oscuro y ojos marrones, entró recitando uno de los temas de biología que le entraban en el examen mientras Olimpia, su melliza, entró gritando que no encontraba su mochila. Me tomé el colacao lo más rápido que pude, como siempre hacía, cogí un croisant de chocolate y me fui al salón a esperar que todos estuviesen listos para poder salir de casa.

¿Estaba nerviosa por volver a clase? Si, claro que lo estaba. Estaba muy nerviosa de volver después de tener que pasar meses viajando para que diferentes médicos me dijesen lo mismo: no podemos hacer nada, podrás andar pero no podrás hacer demasiado esfuerzo físico, una manera de decirme, suavemente, que nada de volver a jugar fútbol, correr ni hacer competiciones en las que fueran necesarias usar las piernas. Me iba a tocar tener que aguantar todas la miradas de pena y los ánimos de ''no te preocupes, todo va a salir bien'' o el típico ''puedes contar con nosotros para lo que quieras'' pero todo era mentira. Nada iba a salir bien, era muy poco probable que pasase.

Una vez todos listos nos montamos en el coche. Nos sentamos como siempre: mamá y papá en el asiento de copiloto y conductor respectivamente. Olimpia, Nadia y Chloe en los tres asientos del centro y yo en uno de los asientos desmontables del maletero. Íbamos casi toda la familia al completo ya que Leo se iba en el otro coche a la universidad. Era su primer año y como estaba cerca de casa optó por no coger una habitación en una residencia. Igualmente podía coger el coche siempre que quisiera e ir a cualquier lado, es decir, a las fiestas que quisiera, porque era para lo único que realmente lo cogía, a parte de para ir a la universidad y para llevarme a mí a las revisiones cuando mis padres estaban trabajando.

Llegamos a la puerta del instituto y todos se bajaron del coche. Mi padre abrió el maletero y me ayudó a bajar de este sujetándome de un brazo para que no hiciese demasiada fuerza con la pierna mala. Aunque el médico me había dicho que debía empezar a apoyar la pierna e intentar no cojear para no coger malos hábitos, también necesitaba el apoyo de las muletas.

A decir verdad me daba bastante miedo empezar a andar, que algo saliese mal y tuviese que volver a pasar por lo mismo, pero era necesario para la recuperación casi completa de la rodilla. Llevaba ya casi más de un año así. Operación, pierna escayolada, mes con muletas, rehabilitación, revisión y vuelta a empezar, esa era la secuencia. Durante la última revisión el doctor dijo que ya no habría mas operaciones y no puedes llegar a imaginarte la alegría que me dio al escucharlo. Había empezado a cogerle una tirria muy grande a los hospitales después de haberme hecho tres operaciones para intentar arreglar la rodilla.

Me colgué la mochila en los hombros y cogí las muletas para comenzar a caminar hacia la entrada del instituto. Valeria, mi mejor amiga, estaba esperándome, como hacíamos habitualmente, en uno de los bancos del jardín que estaban al lado de la puerta grande de entrada. Siempre esperábamos ahí mientras veíamos a la gente pasar hasta que sonaba el timbre que avisaba del comienzo de las clases. En cuanto me vio que me estaba acercando hacia ella se levantó y me abrazó con todas sus fuerzas provocan-do que un quejido saliese de mi boca y las muletas cayesen al suelo. Enseguida le devolví el abrazo.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2021 ⏰

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