Prólogo

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—Tiene la rodilla rota y los pulmones le funcionan bien a pesar de la presión que las costillas están haciendo sobre estos. Han dicho que como mucho puede llegar a tener asma pero nada grave. También se ha dado un golpe muy fuerte en la cabeza al caer por lo que le harán algunas pruebas pero se recuperará. Estoy más que segura. Ella es una chica fuerte.
Cada vez que le preguntaba a algún medico como estaba era eso lo que contestaban. Estaban en quirófano intentando arreglar algo roto, pero como todos saben cuando algo se rompe nada vuelve a ser igual. Una rodilla rota no se iba a recomponer por arte de magia, ni siquiera los médicos pueden hacerlo, siempre quedan secuelas. Se puede volver a hacer vida normal pero esa herida te limita sin darte cuenta. Y no solo está esa herida, tu mente también te puede jugar una mala pasada, tu misma te puedes hacer más daño del que realmente te has hecho. Las heridas externas te dejan cicatriz, pero al final el dolor se va o aprendes a soportarlo. Las internas te pueden llegar a volver loco.
Un sueño no corre la misma suerte. Si este se va ya no vuelve. Le encantaba jugar al fútbol y ahora ni siquiera puede pisar el campo. Era muy buena y tenía un gran futuro jugando pero se lesionó y nada volvió a ser como antes. A veces la vida es bastante injusta, nos quita algo que queremos mucho y que deseamos. Ella pensaba que las cosas pasan porque no es esa nuestra misión en el mundo. Que las casualidades no existen y todo pasaba por algo, por un fin, por el cambio y que el cambio hace que las cosas vayan siempre a mejor. Que hemos nacido para cumplir esa función y que hay gente que nunca llega a cumplirla realmente porque los finales pueden cambiar, la historia puede modificarse. Vivimos en un libro llamado vida en el cual pueden pasar miles de cosas que se desconocen.

Las flores de tu peloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora