Mi vida como adolescente

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Hoy me cuesta horrores salir de la cama. Abro lentamente los ojos y me obligo a dejarlos abiertos. Intento convencerme de que hoy será un buen dia y me levanto.

Voy al baño dónde como cada mañana mi reflejo en el espejo me devuelve la mirada. Y como cada mañana, me recuerda las malas noches que paso.

¿Cómo he llegado a este punto? ¡Ah, si! Mark.

Siempre he tenido una baja autoestima. Aunque nunca nadie lo ha sabido. He estado fingiendo durante mucho tiempo algo que no soy, pero hubo una época en la que sí que fui yo misma.

Hace tres años, a la estudiosa, marginada y gordita Alexandra Dann lo único que le preocupaba era tener un buen libro entre las manos y tener contenta a su exigente madre.

No tuvo que pasar mucho tiempo hasta que Alexandra comprendiera que para ser incluida en aquel grupo de amigos que iban de fiesta y siempre reian, esos que eran tan guapos y admirados, tenía que ser animadora.

¡Oh! Las animadoras. Era algo inalcanzable para una Don Nadie. Sin embargo, no era imposible para Alexandra Dann. Su hermana era una leyenda del instituto. Bridgette Dann.

Bridgette Dann. La diosa del último curso. 1,70 de perfección. Rubia con ojos claros, la reina de las fiestas. Era una diva. El sueño de casi todos los chicos del instituto.

Decidí que para entrar en el maravilloso mundo de la popularidad me tenía que hacer más amiga de mi hermana. Y poco a poco lo fui consiguiendo. Nos íbamos juntas al gimnasio, de compras y empezó a confiar en mí. Hasta que al fin, me presentó a sus amigos. Mi estatus empezó a subir poco a poco y ya no veía tan imposible ser animadora.

¡Ja! Animadora... Era mi sueño. Ahora cojo el deseado uniforme azul oscuro y dorado y esbozo una mueca de desprecio. El uniforme también me ha llevado a esta situación.

Suspiro al recordar cómo me costó conseguirlo. Fue el primer dia que salí de fiesta. Salí con mi hermana. Me puse una faldita negra y una blusa de seda de tirantes. El conjunto me quedaba realmente bien gracias a que había perdido unos cuantos kilos.

Fuimos en el coche de un chico llamado Stevens y llegamos a una casa gigante donde,según mi hermana, se celebraría la fiesta del siglo.

Nunca había estado en un sitio con tanto desmadre. Había gente bailando como loca, chicas que se paseaban en ropa interior y ¡puaag! gente vomitando en la alfombra.

-¡Lexie!-me llamó mi hermana- Este es Josh. Josh esta es Lexie.

Así que ahí me dejó muerta de vergüenza frente a Josh. Josh era un chico moreno y alto. Ví como las chicas más populares de mi curso,Greta y Haydeen me miraban incrédulas.

Me puse a bailar con Josh. Al principio me dio un poco de vergüenza pero se me pasó enseguida. Él me hacía dar vueltas como una bailarina y me lo estaba pasando bastante bien cuando entonces, se acercó más a mi. Bastó una rápida mirada para que se acercara a mis labios. ¡Qué asco! Mi fantasia del beso perfecto, con los cohetes en la barriga se esfumó. Me quedé quieta,dejando que Josh metiera la lengua en mi boca.

Cuando me separé,todavía en estado de shock, vi cómo Greta y Haydeen me miraban asombradas. Me alejé de Josh con la excusa del ir al servicio y ahí me fui con el objetivo de asimilarlo todo.

Mi primer beso... un desastre. O al menos pensé en un primer momento hasta que oí las voces de Greta y Haydeen detrás de mi.

-¡Hola Lexie! ¿Qué tal todo?-dijo Greta

-Eh...bien-contesté sorprendida. Era mi oportunidad de ser aceptada así que fui lo más maja que pude-¡Vais guapísimas! ¡Dios Haydeen! ¡Me compraría tus zapatos! ¡Me encanta tu collar, Greta!

Tuvo el efecto que esperaba. Ambas empezaron a hablar conmigo y nos fuimos a bailar juntas. No bailaba mal gracias a Bridgette que se había pasado horas y horas enseñandome.

Haydeen y Greta se quedaron a dormir a mi casa y ahí se convirtieron en mis mejores amigas. A partir de ahí todo vino solo y entré facilmente en el equipo.

Me pongo el uniforme y me maquillo. Me suelo maquillar bastante porque siempre despierto con muchas ojeras y los ojos hinchados.

A pesar de que está empezando a hacer calor, cojo mi sudadera y me la pongo. Siempre llevo manga larga. Mi verdadero yo está en mis brazos, pero los mantengo ocultos.

Bajo las escaleras y cojo una tostada asegurándome de que mi madre la vea. Le doy tres mordiscos y me voy fuera.

Siempre voy caminando hasta el instituto. Me relaja. Me permite dedicarme un poco de tiempo. Tiro el resto de la tostada a la papelera, ya que me estaba empezando a dar arcadas y a recordarme lo gorda que estaba y empieza otro día más de mi mentira.

Ahora interpreto a la perfecta, jovial y simpática Lexie. Pero esta perfecta chica, como otras muchas, guarda un secreto.

Su anorexia.

Rebelde adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora