No es una confesión

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El padre Evaristo

Antes de comenzar quiero que quede claro que esto no es una confesión, solo es una forma de externar lo que atormenta mi cabeza. Me llamo Evaristo, he sido el padre de la parroquia de Santa Ana por hace 6 años, he sido fiel a mis creencias y a mi voto de castidad, pero desde hace unos meses han ocurrido una serie de eventos que me han ido alejando del camino de nuestro señor.

Todo comenzó hace 3 meses, cuando un grupo de monjas vinieron a servir a mi parroquia, era un grupo de 5 hermanas, 2 ya grandes y 3 jóvenes que no rebasaban los 25 años y que estaban iniciando en el servicio religioso. Debo decir que cuando las vi por primera vez me sorprendí, nunca había visto hermanas tan  jóvenes y bien desarrolladas, podía notar las curvas de sus pechos y traseros sobre el habito, aquellos prominentes bultos se veían tan redondos, jóvenes y bien formados. 

Siempre he estado en contacto con mujeres mayores, señoras de más de cincuenta años descuidadas, pero nunca con mujeres tan jóvenes. Debo admitir con un poco de culpa que ansiaba cualquier excusa para reunirme con estas tres hermanas, estar junto a ellas me hacía sentir joven de nuevo, además que me gustaba sentir el hormigueo en mi pene cuando miraba las curvas en sus hábitos, me gustaba todo eso, pero me gustaba más cuando era día de confesiones.

Tenía la mala costumbre de llegar tarde con la intención de ver a la hermanas hincadas y listas para desahogar sus más profundos pecados, verlas hincadas me hacía sentir excitado, en esa posición su trasero y sus muslos se veían más prominentes, además el tono de su voz… suave y avergonzada era algo que me hacía sentir superior a ellas.

Debo admitir que he confesado a cientos de personas, pero, escuchar las confesiones de estas tres chicas, y en especial de Alexa, hacia que en mi mente recreara cada escena, cada palabra, cada detalle, que ella describía en mi cabeza. Más de una vez mientras ella descargaba sus culpas conmigo en el confesionario podía experimentar un hormigueo en mi entrepierna que se convirtió en una erección.

El padre EvaristoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora