Conejito...

El menor no pudo evitar sentirse excitado, ver la esbelta figura de su ex-senpai a través de la puerta mientras lavaba su hombría lo hizo detenerse a contemplar dicha escena.

Parpadeó un par de veces, tragó saliva, respiró y exhaló profundamente y empezó a masajear aquel bulto que se endurecía bajo su ropa. Su respiración comenzó a aumentar, ese hombre de cabello largo seguía provocando en él sensaciones indescriptibles como la primera vez que lo tomó, una ligera desesperación recorrió su cuerpo y le indicó que ya no podía aguantar más, necesitaba liberar aquel miembro que le quemaba bajo sus pantalones. Dió un último vistazo a aquella sensual escena y agachó la mirada, bajó sutilmente el cierre y liberó esa tensión que aprisionaba su virilidad. Un gemido escapó de sus labios, su enorme mano sostuvo con fuerza su pene el cual contrastaba perfectamente con su tamaño, subiendo y bajando con facilidad ante su propia humedad, entonces reaccionó... En verdad estaba haciendo eso tan despreocupadamente?

Era un sinvergüenza, se dirigió a la habitación aún con miembro en mano y continuó rápidamente, no faltaba mucho para que Souichi saliera del baño y no quería tener que dar explicaciones, por inercia recorrió la habitación con la mirada, como si se cerciorara de que no había nadie más que pudiera presenciar su perversión; en ese momento lo vió. Un hermoso obsequio, un pequeño detalle que se había atrevido a darle a su amado por su cumpleaños la noche anterior… Qué tan lejos puede llegar el líbido de un hombre por el amor de su vida?