𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝙸𝚅

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Yuji se encontraba en su dominio y estaba un poco amargado

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Yuji se encontraba en su dominio y estaba un poco amargado. Cada vez que durmiera, ¿iría a su dominio? Probablemente. Era fastidioso, y mucho.

Decidió quedarse en su propio dominio envés de ir al de la maldición, quería estar relajado y disfrutar como si en verdad estuviera durmiendo, además de que en ese sitio no podía escuchar los gritos de Sukuna y eso era tranquilizante. No quería que el tiempo, en el que se supone que debería dormir, fuera arruinado por alguien tan ruidoso como la maldición.

Aunque era raro. ¿No se suponía que él era el rey de las maldiciones? Ese rey no podía atravesar su dominio, pero Yuji, ¿sí podía atravesar el suyo? Algo no le cuadraba, eso le aliviaba y perturbaba a la vez. Pensar que la única forma de que la maldición lo matara, sin tener el control de su cuerpo, no serviría ya que no podía entrar en su dominio, era algo que lo calmaba al menos por un tiempo.

"¿En qué piensas?"

"¿Por qué estás aquí?"

Justo cuando pensó que su cerebro podría descansar, la sombra que habitaba en su dominio se hizo presente. Normalmente trataría de sacar información de aquel ser, pero al despertar sentía como si no hubiera dormido en lo absoluto y hacerlo noches seguidas le estaba cobrando factura. Se sentía extremadamente cansado, justo en ese momento no quería escuchar nada de nadie.

"¿No puedo estar aquí?"

"No."

Frunció el ceño y miró atentamente a la sombra. El menor se estaba comenzando a fastidiar. No le gustaba que en envés de responderle una pregunta lo ignoraran y le hicieran otra, era un hecho que, no estaba de humor para charlar.

"¿Te puedes ir de aquí?"

"No puedo."

"Hace un momento preguntaste si no podías estar aquí, eso significa que tienes la opción de irte y volver."

"Estas en lo correcto, pero no me puedo ir. Es por tu bien."

El ser de luz desapareció entre los arbustos y los árboles. Yuji suspiró de alivio y se acomodó en el arbusto, en el cual se encontraba recostado, destensó todos los músculos de su cuerpo para que su cuerpo pudiera reposar cómodamente. Su cuerpo descansaba, más no su mente. No podía dejar de darle vuelta a las palabras de la sombra, era todo tan confuso y aún más cuando no dejaba claro nada.

Si la sombra podía entrar a su dominio, ¿ese ser era un alma? Encajaba perfectamente en esa posición. Si podía salir del dominio de Itadori significaba que él también tenía un dominio, y por lo tanto la sombra era un alma. Repasando, el pelirrosa tenía dos almas además de la suya.

Aunque le sorprendió tener otra alma habitando en él, no le tomó tanta a importancia como a intentar encontrarle un significado a las últimas palabras de la sombra, antes de que se fuera a vagar por ahí. ¿A qué se refería la sombra al decir estar en su dominio por su bien? ¿Acaso estaba en peligro dentro de un dominio en el cual ni siquiera el rey de las maldiciones podía entrar?

𝚂𝚝𝚛𝚊𝚠𝚋𝚎𝚛𝚛𝚢 𝙵𝚒𝚎𝚕𝚍𝚜 | 𝚂𝚞𝚔𝚞𝙸𝚝𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora