CAPÍTULO 1

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Me encontraba al lado de la ventanilla del avión. Yo solo miraba al cielo pensativa. Hoy era un día muy especial para mí. De aquí en adelante mi vida cambiaría por completo. En este momento solo podía pensar en mi madre y en la manera de cómo se despidió de mí. Sí, hoy cumpliría el mayor sueño de mi vida y por eso me encontraba en un avión; me dirigía a Illinois, concretamente a Franklin, un pueblo donde me esperaba una familia de acogida maravillosa. Iba a pasar el curso de cuarto de la secundaría en los Estados Unidos. Y sí, ese era mi gran sueño, pero eso no quitaba que me olvidara de la dura despedida de mi familia y amigos. Al pensar en ellos, mis ojos se mojaron por completo y miré al cielo por la ventanilla del avión melancólicamente. Realmente dolía mucho. Nunca pensé que algún día me separaría de Paula y Lucía, las cuales han sido mis mejores amigas desde pequeñas, y más aún de mi familia. Recuerdo ver los ojos verdes de mi madre tan rojos y llorosos como nunca y mi padre despidiéndose con una mano y una sonrisa en la boca, mientras que mi hermano pequeño Hugo de 10 años, no se daba cuenta de lo que estaba pasando. Se me creaba un nudo en la garganta solo con pensarlo. Pero esto había sido mi gran sueño desde siempre, y ahora no me echaría atrás.

一 ¿María? 一 Me pregunto Alba, poniendo una mano en mi hombro. De repente todos mis pensamientos desaparecieron y la miré a los ojos. 一¿Estás bien? 一. Volvió a preguntar.

Una lágrima se resbaló en mi mejilla y la sequé con una mano. 一 Si, tranquila estoy bien一 dije desviando mi mirada de la suya. 一 ¡Que tonta! 一. Dije irónicamente mientras me reía y apreciaba sus ojos grises.

一 Es normal estar nerviosa 一 lo dijo mientras me miraba a los ojos y ponía su mano encima de la mía que se encontraba apoyada en mi rodilla 一 Llorar está bien pero recuerda que dentro de unas horas llegarás a donde siempre has querido llegar. 一 Siguió.

一Lo... 一. Intenté seguirle la conversación diciendo que lo entendía, pero una lágrima salió por mi ojo otra vez y no me dejó terminar la frase. Entonces sentí como se me empezaron a escapar las lágrimas, unas tras otras. Y tuve que sonreír para darle una respuesta.

En ese mismo instante ella me abrazó, y la abracé de vuelta. Pude sentir cómo mi dolor se iba desvaneciendo poco a poco. Después, me ofreció uno de sus auriculares y empezamos a escuchar música. Me gustaba esa canción. Se llamaba Mind Over Matter de Young the Giant. Me relajaba. Y apoyé mi mejilla en su hombro cerrando los ojos.

一 Gracias.一 Susurré sonriendo

一 No hay de qué.一 Respondió.

Realmente, Alba era muy buena persona. La conocí minutos antes en el aeropuerto, al parecer ella también se marchaba para vivir esta gran experiencia. Era preciosa, tenía un cabello precioso negro, nariz pequeña y labios medianos, sin embargo lo que más me gustaba de su cara eran sus ojos, eran grises, pero eran preciosos. Según había mencionado anteriormente ella era de Barcelona y había venido hasta Madrid para coger el vuelo. Me caía bien. Tenía la misma edad que yo, 15.

Poco a poco, el sueño me fue invadiendo y me quede dormida es su hombro. El vuelo duraba 12 horas y 25 minutos en total. Llegaríamos a nuestro destino a las 9:00 de la mañana en hora Estadounidense.

Sinceramente, sentía miedo. Mucho miedo. Tenía miedo a no ser aceptada por las otras chicas y que pensaran que soy una pardilla. Tenía miedo de caer mal y tener mala fama en el instituto. Sobre todo me daba miedo no gustarle a las personas por mi físico, nunca había sido una chica con alta autoestima, pero se podría decir que tenía mis días de bajón. Recuerdo que en casa me ponía frente al espejo y me disgustaba mucho mi aspecto físico. Me gustaba mi cara y mi cuerpo, pero solo por separado, es decir; me gustaba mi pelo rubio largo, me gustaba mi piel suave, me gustaban mis ojos marrones, me gustaban mis labios, no eran gordas pero tampoco eran finas, también me gustaban mis pecas, tenía muchas... Muchas veces mis amigas me decían lo preciosa que era, pero yo no lo veía, por otra parte, yo ya estaba acostumbrada a verme cada día en el espejo y nunca veía nada nuevo.

Así eran mis pensamientos últimamente, solo podía ver mis defectos y debilidades... No sé qué me pasaba, temía por todo. Podría decir que ya me estaba rajando y que quería coger mi avión de vuelta, pero ya era demasiado tarde. Y fue ahí donde comprendí que a veces la vida, no se trata solo de pensar y actuar, sino de experimentar

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