Little Promises

23 3 0
                                    

Permanezco apartada del mundo en mi pupitre justo al fondo de la gran y espaciosa aula. Mi mente trajina todo tipo de escenarios posibles y a la vez todo tipo de fantasías que desear, aborrecida de esta inmunda realidad.

Su pelo rubio llameante llama mi atención; tan impresentable, tan narcisista, tan petulante.

Desde los pies hasta la cabeza, para mi vergüenza y orgullo es, no simplemente, sino completamente perfecto.

Su flequillo rubio cae en forma de cascada  y acaricia su faz. Sus

ojos, tan dulces como la miel turban mi mente.

Espalda ancha, caderas estrechas,tez blanca y siempre exhibiendo una sonrisa galante.

En resumen, Justin Bieber estaba hecho un Don Juan de pies a

cabeza,y los hechos recientes corroboran mi teoría, ya que, cuando sus ojos mieles cruzan la puerta el tumulto de exclamaciones azotan el aula. De las más tímidas hasta las mas extrovertidas no podían evitar mostrar su júbilo ante tal hermosura.

El portador de tal hermosura, se acerca a mi y toma asiento a mi lado, al instante mis sentidos alarman de decenas de miradas resentidas posadas sobre mi.

Hola enana- sonríe.

Hola memo-le devuelvo el gesto.

Sí, el rubio que había tomado lugar a mi lado ha sido mi mejor amigo por más de cinco años.

Hace cinco años Justin vino de Inglaterra con su madre, una mujer dulce y humilde.

Ellos se instalaron en la casa de al lado, los primeros días había

permanecido mañana y noche contemplando a mis nuevos vecinos. Por entonces, Justin solo era un mocoso flacucho con una mata de pelo color rubio platino. No tuve oportunidad de entablar mi primera conversación con el  hasta el día en que salí corriendo de mi casa a causa de una de las constantes peleas de mis padres.

Aquella tarde sentada a los costados de un pequeño riachuelo que pasaba por el vecindario, conversamos por primera vez. Las lagrimas brotaban de mis ojos por la reciente pelea entre mis progenitores.

Entonces, vi como el pequeño Justin se ocultaba detrás de un árbol próximo a mí. El chiquillo me observaba desde la prudente distancia del árbol.

-¿Qué te pasa ?-preguntó cauteloso.

-Mis padres se han vuelto a pelear-dije sollozando.

-Mi papá y mamá  también peleaban, hasta que un día dejaron de pelear, papá se fue y no volvió. Mamá se pasaba el día llorando pero ahora está feliz, ya no llora más.

-Yo no quiero que mi padre se vaya- mis llantos aumentaron.

-Si tu padre te quiere no se irá. Papá no me quería, decía que soy un niño malo, por eso siempre me pegaba.

-No creo que seas un niño malo-.

Ese día, Justin y yo nos hicimos inseparables, ja que su balcón daba a mi habitación y cada vez que mis padres se enfrentaban, el se adentraba por la ventana y se pasaba las noches estrechándome en sus pequeños brazos mientras me cantaba canciones al oído.

Un susurro, un abrazo, una caricia, una promesa tácita. Siempre

estaría allí para consolarme.

Tan sumida en recuerdos he estado que no he prestado atención durante la clase y tan absorta en aquel pequeño flacucho, que no presto atención a lo que su versión mayor me dice.

-¿Me estas escuchando?- pregunta el rubio.

-¿Qué ?-digo aturdida-.

-Te decía que si querías venir a mi casa a ver una película esta

tarde, mi madre se va a  quedar a dormir en casa de una amiga.

-Vale, estaré allí cuando acabe la redacción de Inglés.

-¡Alexa, es viernes !- exclama.

-Lo sé, pero quiero tenerla acabada lo antes posible.

Al acabar la redacción decido acicalarme y verme lo más atractiva posible, incluso pienso en utilizar maquillaje, mi armario tiembla ante mi vacilante sentido para escoger el atuendo perfecto.

Hace unos meses un sentimiento amoroso surgió en mi solitario interior por Justin. Siempre había permanecido ciega a su belleza hasta que un día una de mis mejores amigas me abrió los ojos y desde ese instante no pude volver a pensar en mi amigo de una manera amistosa. Justin había salido con chicas mayores a el y mucho mas atractivas que yo, por lo cual nunca he tenido la osadía de intentar algo con el.

Delante de su puerta me hallo, nerviosa, posiblemente más nerviosa de lo que alguna vez pueda haber llegado a estar, aun más nerviosa que cuando el profesor de Historia nos hace exámenes orales.

Justin me abre sosegado con una expresión cálida teñida en su rostro, lleva esos pantalones que tanto me gustan, esos pantalones deportivos que cuelgan de su estrecha cadera.

Mientras vemos la película, noto como su mirada se centra en mi, intentando parecer ajena a su ojeada cojo palomitas del tarro que hay en frente de mí.Intento concentrarme en la película cuando súbitamente siento que su cálido aliento se posa sobre mi tez haciendo que pequeños escalofríos irrumpan mis sentidos. Una de sus extremidades me rodea los hombros y pocos segundos después de sus acciones desvía mi mirada a la suya. Nada más girar me encuentro con su tierna mirada, la

que poco a poco se acerca a mi, junto con sus firmes labios y así es como el no solamente se hace el dueño de mi corazón sino de mi primer

beso.

Y con ese beso pactamos unas cuantas promesas más, unas de muchas.

Little PromisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora