¡Hola! AAAH que emoción ya estamos en el segundo capítulo, wow en serio me ha sorprendido la respuesta que ha tenido la historia, ver como muchos la han disfrutado tanto como yo disfruto escribiéndola es ¡¡demasiado emocionante!!En fin espero que disfruten el capi de hoy~
Muchas gracias, RenTDankworth por editar la historia ❤
—¡Muy buenos días, mis queridos estudiantes! Mi nombre es Satoru Gojo y soy el maravilloso profesor encargado de moldear sus jóvenes y, seamos honestos —se encogió de hombros—, lentas mentes en cerebros cultos capaces de gobernar la siguiente generación.
Todos los alumnos guardaron un silencio sepulcral, Yūji sentía sus mejillas tan calientes como el Sahara.
Satoru hizo un puchero.
—¡Sé que puedo parecerles intimidante por mi exterior sereno y estoico! —ni siquiera él pudo contener la risa y sonrió el doble—. Pero ustedes descubrirán lo accesible que puedo ser.
Yūji ahora quería morirse.
Nadie más dijo nada.
—¿Nada? Vaya, que grupo de estudiantes tan difíciles tengo este año —se lamentó—, pero no se preocupen, soy el mejor maestro que tendrán.
—No me digas que ahora nos preguntará nuestro nombre y carrera —susurró la chica en su oído.
Si Gojo lo llegase a hacer, él se disculparía e iría disparado cual torpedo al baño antes que comenzara.
—Formarán tríos —escaneó todo el lugar—, oh, bien ya están sentados así —asintió con su siempre presente sonrisa—. Quédense de esa manera y quiero al finalizar la semana un ensayo de veinte mil palabras acerca del arte rupestre.
—Pero... —Megumi comenzó.
—¿Preguntas?
El pelinegro levantó su mano de inmediato.
—¿No? —Satoru no le prestó atención—. ¿Nada? De acuerdo, pónganse a trabajar.
Dicha la tarea, el albino se sentó en la silla de su escritorio, cruzado de piernas, sacó su portátil y comenzó a ignorarlos. Fushiguro chasqueó su lengua, la espumante molestia era evidente en cada músculo de su rostro; sin embargo, sacó su portátil y comenzó a buscar bibliografías referentes al tema.
—Guau, no sé si eso es mejor o peor de lo que pensé —ponderó ella.
—Ese tipo es insoportable —murmuró Fushiguro, quizás demasiado alto para calificarse como uno.
—Y que lo digas.
No pudo concentrarse un buen segmento de la clase, tampoco volvió a sentir hambre; Fushiguro llamó su nombre muchas veces, para hacerlo prestar atención, pero sus ojos avellana solo buscaban a Gojo. Quería encontrarse con su mirada detrás de los anteojos, quería hacerse notar; pero debía ser imposible que el albino no lo hubiera notado, ¿no? Itadori estaba sentado en la primera fila, debía estar ciego para no verlo.
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Cigarrillos y Cocaína
RomantikMontañas de polvo y cascadas de narcóticos; el dinero no compra la felicidad, pero ayuda a prestarla; si en el camino pierde un poco de su pudor, es solo un efecto secundario de su profesión. Y si dios decide ver a otro lado, Sukuna se asegurará de...