Me alegra muchísimo ver cómo a ustedes les está gustando tanto la historia, me divierto demasiado escribiendo ❤❤❤❤Muchas gracias a mi beta RenTDankworth por revisar el fic
Fue hasta la tercera semana que miró por primera vez a los habitantes del dormitorio de al lado.
Eran las ocho de la mañana, había regresado de su ejercicio diario matutino y veloz por el pacífico campus de la universidad. Estaba emocionado porque hacía uso de su última adquisición completamente necesaria, un par de audífonos inalámbricos, indispensables para trotar en las mañanas. Era la primera vez que salía con ellos, tocando a todo volumen su música preferida, descartó su ropa al ritmo del bajo, abriendo el grifo de la ducha.
Y cuando estuvo por saltar en ella, la puerta que conducía al dormitorio de al lado, conectado por el baño se abrió de golpe.
Por culpa de los audífonos y la música a todo volumen, no tuvo idea qué grito salió de su laringe; pero realmente esperaba que hubiera sido un grito ronco y masculino.
El chico que lo interrumpió lo miró sin sorpresa, tal vez sólo con un leve movimiento de una ceja, enarcándola; pero no se inmutó. Itadori sujetó la blanca cortina contra su porción baja, intentando cubrirse; sacó un audífono —un poco agradecido a ser interrumpido, de otra manera habría arruinado sus nuevos y geniales aparatos con el agua de la ducha— y demandó saber:
—¡Oye, ¿qué diablos?! ¿No te enseñaron a tocar?
El polizón de duchas ajenas parpadeó tres veces —mirando a su rostro solamente— perezosamente antes de contestar.
—¿No te enseñaron a cerrar las puertas con llave cuando necesitas privacidad?
Mierda, en eso tenía un punto.
—De acuerdo, en eso tienes un punto —aceptó un poco molesto todavía, demonios, pensaba que suficientes personas lo habían visto desnudo ya; habiendo estado hundido en sus melodías, olvidó poner el pasador.
El otro chico miró tranquilamente a otro lado, allí Yūji notó las profundas sombras que rodeaban un par de ojos que parecían cansados detrás de un flequillo peinado hacia un lado; sin esperar más se retiró, dejándolo con los pelos en punta del sobresalto que había experimentado.
Con pasos tan gráciles tal ciervo recién nacido, caminó semidesnudo con su toga/cortina improvisada hasta la puerta, asegurándose tres veces de pasarle la llave antes de abrir el grifo la ducha.
La segunda vez que lo vio fue en medio de una hora libre, recién terminaba su clase de morfo fisiología I —quién iba a decir que realmente iba a tener que estudiar para graduarse de jugador profesional de béisbol—, estaba tumbado sobre una manta de picnic que Nobara había proporcionado para descansar sobre el césped recién cortado del campus. Ella hablaba ávidamente con una nueva amiga con la que compartía habitación.
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Cigarrillos y Cocaína
RomanceMontañas de polvo y cascadas de narcóticos; el dinero no compra la felicidad, pero ayuda a prestarla; si en el camino pierde un poco de su pudor, es solo un efecto secundario de su profesión. Y si dios decide ver a otro lado, Sukuna se asegurará de...