¡No tienen idea lo feliz que me hicieron al ver que Megumi drogado es todo lo que como fandom necesitamos!Yo solo me alegro ser el recipiente de este mandato divino(?
¡Y ahora al capítulo!
Capítulo corregido por Ren
«NO TOQUES LOS BROWNIES.»
Eran las doce del mediodía e Itadori se encontraba despertando en su cama, cuando abrió los ojos sintió como si un elefante bailara tap en su cerebro; su boca se sentía más seca que su relación con su hermano y como si dicho elefante también hubiese bailado tap en todo su cuerpo.
Apenas pudo discernir el mensaje que Megumi mandó, pero se le fue imposible regresar a dormir. De todas maneras, tenía una misión para ese día; se levantó de la cama, el mundo tardó en girarse con él; frotó ambos ojos hasta que luces neones explotaron detrás de sus parpados.
Se tambaleó hasta la pared más cercana, rebotando hasta el baño.
Recordó a Yūta y Toge detrás de la puerta así que se aseguró de, esa vez, poner pasador.
El espejo reflejaba un individuo moribundo, baba seca bajando de su mentón y cabello rosa apuntando a todas las direcciones. Se tardó algunos minutos para saber que se trataba de él; las gotas nacientes del grifo se sentían celestial en su pegajoso rostro, y como si fuese un hombre rescatado del desierto bebió toda el agua que pudo, hasta llenar su estómago al tope.
La ducha lo hizo sentir un treinta por ciento mejor, aunque su cabeza aun palpitaba; no volvería a tomar, lo prometía. Ahora entendía porque Gojo no tomaba alcohol, ¿quién en su sano juicio se prestaría voluntariamente a perder toda estabilidad mental por una noche para sentirse como la mierda el siguiente día?
Aunque también recordaba que no era la primera vez que hacía esa promesa.
Salió del baño para ver a Nobara en cuclillas, esculcando el mini fridge.
—Oh, tienen pastelillos —se regocijó.
—Ni lo pienses —reprendió él, secando sus cabellos con una toalla—, Fushiguro nos ha amenazado de no tocarlos.
—¿Eh? ¡Qué egoísta!
—Lo sé, no tenía idea que fuera tan quisquilloso con los postres.
Aunque el saber que Megumi era fanático de los dulces era útil para algún cumpleaños o celebración venidera. Podría regalarle al chico de cara amarga algún pastel de chocolate, Itadori se preguntaba qué expresión pondría él.
—¿No quieres arriesgarte a la ira de Megumi? —preguntó Kugisaki, con una sonrisa tenebrosa.
—No realmente —aceptó—, aquí entre nos, Fushiguro molesto sería ¡aterrador!
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Cigarrillos y Cocaína
RomantikMontañas de polvo y cascadas de narcóticos; el dinero no compra la felicidad, pero ayuda a prestarla; si en el camino pierde un poco de su pudor, es solo un efecto secundario de su profesión. Y si dios decide ver a otro lado, Sukuna se asegurará de...