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Eran las tres de la madrugada, Ochako nuevamente se encontraba luchando contra el insomnio en la enorme y costosa habitación de la mansión de su querida amiga, quien no dejaba de agradecerle por darle cobijo. Suspiros pesados y perdidos salían de los labios rosados de la castaña, quien la mente no la dejaba descansar. Y que él único culpable seguía andando por ahí, moviendo sus hilos para asegurarse de destruirle la vida a la mujer que llamo alguna vez esposa.

Después de dar vueltas al asunto una y otra vez, para resolver esos enormes conflictos, en el que la gente no le daba credibilidad a su palabra, su esposo buscaba la manera de apuñarla por la espalda con lo que fuera y la policía se negaba a investigar algo. Miraba a la ventana con la esperanza de encontrar alguna respuesta, pero no la encontraba no era la mejor resolviendo conflictos, se sentía de nuevo como una adolecente de dieciséis años, cuando no sabía del mundo y se enfrentó por primera vez a un conflicto más grande que el ¿porque no puedo comprar esos zapatos?, esa sensación volvió a aparecer ahora con veinticinco.

¿Siempre iba a ser así?

¿Siempre iba a cometer errores así de inmensos?

Tal vez, solo estaba siendo dramática.

No.

Él abuso de ella ¿Cómo eso era dramático?

Sin duda Ochako ya no era ni la sombra de lo que alguna vez fue y ella era consciente de eso, al parecer la gente afuera tampoco se cansaba de recordárselo.

¿Cuándo fue que perdió su identidad? ¿Cuándo fue que decidió dejar de ser ella para convertirse en un objeto? Todo esto pasaba por su mente sentada en la habitación mirando hacia la nada con sus labios resecos.

Sonó el teléfono cerca de ella eso la distrajo de sus pensamientos, parpadeo varias veces y observo el objeto en silencio, dudaba si contestar o no, era de madrugada, no había razón para que la llamaran. Al final se decidió, tomo el teléfono y atendió la llamada.

Podría ser una emergencia, pensó.

— ¿Hola? — Contesto la castaña.

—Eureka, por fin te encuentro. — Exclamo una voz masculina conocida al otro lado de la llamada, era Él.

Ochako sintió una intensa emoción de temor en su cuerpo, provocando que cada parte de este comenzara a temblar. Tanta fue su sorpresa que tampoco fue capaz de responderle al momento.

—Parece que estoy hablando solo Ochako, sabes lo mucho que me molesta. — Hablo el hombre con superioridad después de notar que la castaña no pensaba responderle.

— ¿Qué es lo que quieres? — Murmuro, sentía un fuerte nudo en la garganta que no la dejaba hablar con naturalidad.

— ¿No es obvio? Quiero saber cómo se encuentra mi dulce y estafadora esposa. — hizo una pausa. — ¿No se supone que era en las buenas y en las malas querida? — Pregunto irónico.

Save me [ Izuchako ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora