C a p í t u l o 3

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¡Capítulo súper corto, pero luego cuando lo edite le agregaré unas cuantas cositas! Disculpa de antemano si se cambian los guiones largos por los cortos :(

¡Capítulo súper corto, pero luego cuando lo edite le agregaré unas cuantas cositas! Disculpa de antemano si se cambian los guiones largos por los cortos :(

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Los gritos comienzan a hacerse más audibles con cada paso que doy en dirección a dónde provienen. Detrás de mí siento los pasos de los demás, también oigo a otros licántropos exclamando órdenes, buscando armas y procurando esconder a los niños para mantenerlos a salvo.

Denny corre a mí lado y me adelanta para guiarme cuando nota que no sé bien por donde dirigirme entre tantos caminos.

De repente, dos lobos pasan a nuestro lado en una apresurada carrera, me distraigo durante un momento viendo a Denny prestarles atención, como si ellos le estuviesen comunicando algo. Se alejan sin desviar su trayectoria y, aumentando su velocidad, Denny me indica que vaya a la izquierda. Cuando quiero darme cuenta, él se pierde de mí vista al doblar a la derecha por otro camino. Me centro en hacer lo que me dijo y cuando me encuentro frente a otro camino diferente evalúo la escena frente a mí.

Las cintas bordo envolviendo sus cabezas y tapando su frente son lo único que necesito para saber que estamos en problemas. Son sólo tres, pero cada una podría matar fácilmente a una docena de licántropos inexpertos para luchar en pocos minutos; aun así, no es por presumir, pero no serán un gran esfuerzo para mí.

Me dirijo hacia donde se encuentra la más cercana y tomándola desprevenida, agarro su cabello que se mantiene perfectamente atado en una coleta alta y tiro de ella hacia mí, logrando que suelte al licántropo al cual amenazaba con clavarle una pequeña, pero filosa daga.

Arma que rápidamente me dirige al costado derecho del torso y que logro frenar con mi brazo en un rápido movimiento. Levanto la rodilla, impactándola contra su estómago y provocando que suelte un pequeño quejido; estos golpes no son nada para nosotras, pero me sirvió de tiempo para tomar la daga de su cinturón e intentar clavársela sin reparo en la yugular, acción que ella evita al levantar el hombro y dejar que el arma se hunda en él como escudo.

Se la extraigo del brazo y coloco mis piernas entre las suyas en una extraña posición, logrando que ella voltee, quedando de espaldas a mí. Luego, con la mano en la que aún sostengo su largo cabello, envuelvo el mismo alrededor de su cuello en una especie de cadena y aplico mucha fuerza.

Una vez asegurado el agarre que tengo sobre ella dirijo la mano que sostiene el arma hacia adelante y la clavo directamente sin apuntar. Parece darle cerca de la clavícula, por lo que procedo a sacarla de su interior y vuelvo a apuñalarla, reiteradas veces hasta que deja de removerse.

Que decepción.

Y pensar que yo las he entrenado; aunque ahora que la observo bien esta chica no es de las que estaban bajo mi adiestramiento, probablemente es alguna que instruyeron cuando me mantuvieron encerrada.

Inquietante SerenidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora