C a p í t u l o 8

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La reunión para organizar nuestros próximos movimientos se realizó esa misma noche. Denny, los integrantes del Consejo y los miembros del Escuadrón de Exploración no salieron de la sala hasta que los rayos del sol comenzaron a iluminar el cielo.

Yo por mi parte, fui a bañarme después de la charla con Viggo y de ahí directo a la cama. Ni siquiera soy parte de la manada, así que, obviamente, no puedo poner ni un pie dentro de esa sala.

Lo cual considero algo estúpido, ya que, si buscan sorprender a su enemigo, ¿quién mejor que yo para exponer sus defensas? Pero bueno, sé que en cualquier momento me mandarán a llamar, mientras tanto, que debatan los abuelos.

Pero de repente, como si lo hubiese invocado con esos pensamientos, capto un olor que comienza a hacerse familiar y comienzo a enderezarme, saliendo de mi cómoda posición recostada. Sabía que era cuestión de tiempo y a juzgar por la pesadez de sus pasos apuesto a que ha sido una laboriosa madrugada para él.

Denny ni siquiera toca la puerta, la abre casi con violencia y su semblante impaciente prácticamente me grita que me quiere lista en diez segundos.

Hay un ligero tropiezo en su caminar al abrir la puerta, su fuerte y firme tórax se contrae, respirando fuerte y luego su cuerpo se mantiene algo tenso. Sus ojos más oscuros, abiertos ligeramente un poco más de lo normal.

Lleva puesta una camiseta blanca sin mangas que deja a la vista sus engrosados y musculosos brazos, unos jeans algo sueltos que igual dejan entrever la forma de sus tonificados muslos y su cabello oscuro se mantiene algo desprolijo, excepto por el flequillo que oculta parcialmente su frente, enmarcando aún más su pesada mirada.

Quitándome la manta de encima, me pongo de pie dirigiéndome hacia la mesa con mis cosas y volteo mi rostro en su dirección, viendo que ha girado su cuerpo de frente a la salida para no observarme en camisón.

Me apresuro a colocarme el tejido vestido de colores otoñales que se ajusta perfectamente a mi cuerpo. Se adhiere a mis pechos, cadera y cintura como una segunda piel, terminando a la altura de mis gruesos muslos con cortes desprolijos y desiguales que desprenden finos hilos que acarician mis piernas con cada movimiento.

Luego tomo un pequeño arnés que ato al muslo derecho y enfundo el cuchillo que tomé de la armería. Por último, me coloco el par de botas abrigadas que Rhiannon me consiguió hace unos días.

Giro hacia mí acompañante y él se aparta de la puerta sin verme, dejándome salir del cuarto primera. Sin titubear, comienzo a avanzar por el pasillo escuchando por un momento el sonido de una respiración un poco fuerte que llega a mis espaldas, como un jadeo que cambia después a una controlada respiración. Luego Denny empieza a caminar detrás de mí con pasos firmes.

-El Escuadrón de Exploración quiere que coloquemos veintiséis licántropos en cada sector del pueblo, excepto en el sector norte, allí sólo se ubicarán veintiuno y nosotros dos -me informa con voz plana.

-Adelante en la formación irán los adultos entrenados, luego los que no tienen tanta experiencia, seguido de los adolescentes y ancianos que quieran y puedan pelear -añade-. Los niños y quienes no estén en condiciones de luchar se quedarán en el almacén. En el centro del pueblo, donde está la salida de emergencia subterránea.

- ¿Salida de emergencia hacia dónde? -pregunto para estar al tanto. Ignoro la sensación que se presenta en mi pecho al notar que está diciéndome algo tan importante como es la salida de escape, también al percatarme de la confianza que demuestran todos ellos al permitir que él me lo cuente.

-Recorre toda la extensión del bosque desde aquí hasta la autopista que da al pueblo humano. Es una especie de túnel donde usualmente transportan los suministros del almacén, para hacer los viajes más cortos y no llamar la atención de la gente -continúa explicando, mientras salimos al exterior y caminamos sin destino aparente.

Inquietante SerenidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora