Desfogue

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Sentirse recorrido por las suaves y consideras manos del uruguayo era un desahogo .

Sus problemas desaparecían, su libido aumentaba y le llevaba al tortuoso camino de la lujuria.

Un hormigueo en su vientre desemboca en la locura de gemir tanto como puede sin pudor alguno. Sin ser capaz de poner una mano en su boca. Manuel está tan debil y tiembla demasiado como para ser llamado virgen a sus 26 años.

Aún teniendo una almohada delante suyo, no se cubre los mojados labios, que inconscientemente los ha adornado una imprudente hilera de saliva.

— Se-Sebas..— sus palabras no pueden articularse como el desearía.

El mencionado no le contesta, sabe que Manuel no está preparado para hablar y mucho menos él, que sostiene con fuerza las caderas ajenas.

— Más, más.— la voz del chileno suena chillona, deseosa y un balbuceo que solo puede ser descrito como incoherente en todos los sentidos, mezclándoce en la habitación llena de sonidos indecoros y lascivos.

Susurrar por lo bajo, es todo lo que el rubio desea no hacer, sabe que dirá alguna pavada, o tal vez haga algo mal, así que calla. Su inseguridad lo mantiene como una piedra, sin sentimientos a la percepción del castaño.

Pero Manuel, sospecha algo acerca de lo que siente su compañero. Lo conoce demasiado bien como para sospechar que está  reteniendo algunos gemidos de excitación debido a la timidez, así como se abstiene de expresar sus más íntimos deseos a través de cortas y mal entonadas palabras de desfogue. 

Qué adorable, repite el moreno, su querido Sebastián aún es tímido. Tal vez no lo demuestre mucho en su vida cotidiana, optando por plasmar la seriedad sobre la faz de su pálido rostro , sin embargo el chileno ya lo conoce, y no le exige nada. Lo ama tal y como es.

Aunque no está de mas atentar contra la ya establecida personalidad del rioplatense, así que tan travieso como suele ser a la hora del sexo, remueve más su cuerpo y gime alto el nombre del dueño de su corazón. Lo hace oír tan sucio como meloso, Sebastián se muerde los labios para resistir, mas eso no puede ser posible, porque sin quererlo un suspiro se escapa de él. Manuel está satisfecho por  lograr su caprichoso cometido.

Un par de gruñidos se sienten, ha dejado de fruncir la boca hace unos segundos . El rubio ha decidido ceder ante los sensuales movimientos del trasandino.

Sin avisar una de sus posesivas manos aprieta y disfruta ver cómo la marca de sus dedos quedan impregnados en uno de los firmes glúteos de Manuel. Se está vengando.

Le da una sutil nalgada y muerde un poco su cuello, marcándolo como suyo.

El menor mueve sus caderas para sentir más de la gruesa intimidad que se abre paso a paso entre sus paredes. Su próstata es cuidadosamente masajeada y sus caderas fielmente sostenidas.

La cama rechina y choca contra la blanca pared.

Sebastián entonces, entromete una de sus manos. Acaricia desde la base hasta el glande del pene chileno, a su vez, baja lentamente y besa con cuidado algunas pecas esparcidas sobre los temblorosos brazos de su amante.

Manuel está sorprendido por este cambio, podría ver luces, lo jura, aunque no está drogado y eso no es posible. No es posible que Sebastián con un simple movimiento le esté haciendo ver galaxias repletas de estrellas. 

Ese nerd que por fuera es un joven callado, serio y de tendencias a cuestionar todo lo que se le presente y no le parezca adecuado.

El sujeto agradable y muy educado que casi nunca alza la voz a menos que se trate de un partido de fútbol.

Ansiedad °|°UruChi°|°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora