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El rey de los ángeles estaba descansando en su trono a la espera de su único hijo, el día había llegado, el día en que hablarían sobre futuras nupcias.

Aquel tema era de suma importancia, el compromiso se debería efectuar con alguien del mismo calibre del ángel más hermoso puesto que su destino sería ser los próximos gobernantes del Paraíso.

El rey había estado buscando algunas opciones para su joven hijo entre las cuales el que más destacaba era una joven arcángel hijo de su más viejo amigo, el chico parecía tener carácter y siempre había velado por la seguridad del príncipe así que no le pareció tan mala idea elegirlo como la pareja de su luz más importante.

Sugawara entró a la sala principal con elegancia y delicadeza, la corona plateada era del más fino gusto mientras que su ropaje era de las mejores telas que se acoplaba tan bien en su figura realzando toda su belleza, atrás de él lo seguía un ángel rubio de una delgada silueta y de suaves facciones, no había duda que el Paraíso era hogar de las joyas más preciosas que pudieran existir.

—Padre— dijo el peligris mientras se acercaba al viejo rey en el trono

—Pequeño— extendió sus brazos estrechandolo con cariño y protección —¿Cómo han ido tus estudios?— preguntó con interés

—De maravilla— contestó con una sonrisa en su rostro blanquecino —Es probable que este año los culmine de manera honrosa— siguió hablando con emoción, pues la idea de ya no recibir lecciones sobre política, historia y modales realmente le entusiasmaba, tal vez tendría más tiempo libre para salir a explorar el mundo mortal, era lo que más anhelaba y deseaba.

Los humanos siempre le habían llamado la atención, despertando en él toda su curiosidad, quería observarlos de cerca pues los consideraba de lo más ingenioso, realmente le sorprendía a todo lo que habían llegado sin ayuda de los dos reinos y como es que aún seguían haciendo avances con respecto a todo lo que los rodeaba. A menudo se preguntaba que pasaría si él les diera la oportunidad de revelar los más grandes secretos de la humanidad, después de todo ellos existían incluso desde antes de la creación misma, así que su registro sobre lo que había transcurrido en todos esos milenios era verdaderamente grande. Sin embargo también le entristecía que aquellos seres fueran egoístas con su propia raza y que la maldad de vez en cuando los llenará llevándolos a realizar temibles acciones carentes de honor. Si hablamos de forma teórica a los ángeles se les había inculcado que los demonios eran los causantes de esas emociones negativas, que fue el primer rey demonio que engañó a un humano regalándole una cajita donde contenía todos los pecados del mundo, el demonio le comento al humano que no la debía abrir por nada del mundo a sabiendas que el instinto humano siempre ha sido rebelde. Así que aquel humano abrió la caja liberando todo lo malo que había en su interior y enfermando las inocentes almas de sentimientos impuros, Koushi quería saber si aquello que sus maestras le habían enseñado con tanto esfuerzo era verdad, pero nunca había tenido la oportunidad de conversar con un demonio, nunca hasta hace algunos días cuando conoció al nuevo soberano, al pecado del Orgullo y al hijo del sacrilegio más grande de la historia de ángeles y demonios.

Su presencia revelaba poder y ciertamente se sentía atraído hacia él, pues le causaba intriga todo lo que esos ojos castaños podrían esconder, sentía su aura tan familiar, tan pura y tranquila, tan serena que le hacía sentir calidez, pero al mismo tiempo era electrizante que rechazaba la suya y lo invitaba a alejarse, era una contradicción andante y un sentimiento de confusión lo invadió después de un pequeño intercambio de palabras donde podría ver a simple vista que el joven rey contaba con los más altos grados de estudio para su corta edad, no quiso imaginar lo rápido que tuvo que madurar para salvaguardar a su reino y ayudar a su madre, seguro se había sentido sólo mucho tiempo.

Sintió compasión

—Esas son magníficas noticias— halagó el rey —Debes de saber que estás próximo a cumplir la mayoría de edad...— empezó hablar llevando en otra dirección aquella conversación

—Lo sé— Sugawara volteó a ver a Tsukishima en busca de alguna señal, pero el ángel rubio sólo bajo la cabeza ocultando lo que ya sabía

—Tu madre y yo hemos hablado y estamos de acuerdo que es momento de anunciar tu compromiso — terminó de explicar esperando ver la reacción de su hijo quien se había quedado callado procesando lo que acababa de escuchar

¿Comprometerse? ¿Era realmente necesario? Ni siquiera conocía a alguien que despertara su interés romántico, nunca se había sentido atraído por alguien de su propio reino y eso lo tenía consternado

—Supongo que si me lo dice es porque ya ha pensando en alguien ¿Cierto?— insinuó y su padre asintió

—Sawamura Daichi— habló diciendo el nombre del arcángel que consideraba propicio para su pequeño

—Pero padre, a él lo veo como un hermano mayor— reprochó el peligris —No creo que sea una buena idea — se cruzó de brazos mientras le daba la espalda a su progenitor —¿No puedo sólo no comprometerme?—

—Hijo, sabes que debes tener a alguien a tu lado que te ayude a gobernar— trató de acercarse, pero el príncipe sólo se alejó —Él se anunciará abiertamente como tú pretendiente está tarde—

¿Qué? ¿Así que ya estaba decidido? ¿Qué había de su opinión?

—Pero... No es justo. Ustedes tres tomaron esa decisión sin mi y ahora esperan que la acepté sin rechistar— se quejó con amargura esta vez —Queria tiempo libre después de mis estudios ¿Cómo espera que lo tenga si me compromete inmediatamente?—

—¿Libertad? Eres un ángel libre y el príncipe no sé que tipo de libertad quieras

—La libertad de poder salir y descubrir el mundo por mi cuenta. Padre, siempre le he dicho ese es mi sueño —se llevó una mano al pecho con dolor

—Y yo siempre te he dicho que tu sueño no sirve, deja de ver a los humanos como objeto de estudio para saciar tu curiosidad y enfócate en tus responsabilidades, eres el príncipe y próximo heredero no puedes ir por ahí perdiendo el tiempo en cosas superfluas y vanales—

Aquellas palabras habían sido un golpe bajo para el menor quien frunció el entrecejo mientras las lágrimas salían de sus ojos con furia y enojo

—Entonces es mejor que vayas buscando otro heredero— abrió sus alas y salió a toda velocidad dejando a su padre con la palabra en la boca

—Principe Sugawara— habló alarmado Tsukishima mientras imitaba la acción del mencionado y salía detrás de él con la esperanza de darle alcance

No era justo, así no debían ser las cosas. Un matrimonio no era cualquier cosa y puede que pareciera tonto pero él siempre tuvo la ilusión de enamorarse perdidamente de alguien, tanto que quisiera unir su vida a la de esa persona para toda la eternidad. Sin embargo ahora se lo querían imponer con un deseo egoísta que caía en lo amargo de su futuro incierto

PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora