Los angeles habían llegado a tierra infernal, era tan árido, tan funesto que incluso se podría sentir el odio que todos los habitantes tenían en contra de sus visitantes.
La sala principal estaba vacía, pero la mesa de la futura reunión ya estaba preparada. El rey acompañado de su esposa se miraron entre sí, no había arrepentimiento de lo sucedido.
Habían actuado correctamente, justo como se tenía estipulado desde hace siglos.
Sugawara tenía la cabeza gacha, miraba hacía el suelo sin atreverse a levantar la mirada, le ardía el corazón, le dolía mucho estar ahí porque sabía que no pudo hacer nada para evitar ese atroz acto. Toda esa impotencia lo estaba carcomiendo que lo único que hacía era en llorar en silencio porque desde ese día no había podido expresar palabra alguna, parecía que estaba en shock, sin embargo todo eso se consumía como si fuera un sentimiento antiguo. No entendía los motivos y tampoco tenía ánimos de averiguarlo.
Las puertas se abrieron y los primeros en entrar fueron seis demonios que a simple vista se podría afirmar que se trataba de los seis pecados capitales, pero... ¿No se supone que uno de ellos había subido al poder? Sí, lo había hecho y con ello el hijo menor de la familia noble Ira ocupó el lugar de su hermano mayor o eso era lo se escuchaba entre los pasillos del castillo.
Pereza, Gula, Avaricia, Ira, Envidia y Lujuria se arrodillaron frente a la puerta principal para darle paso a sus regentes. Un hombre vestido de un traje blanco con las solapas púrpuras y detalles dorados entraba por la puerta con gran presencia.
Sus manos eran cubiertas por unos finos guantes de piel negro mismos que traían las preciosas joyas de la familia real que habían pasado a su poder una vez que asumió la corona, su espalda era adornada con una capa de color negro y su rostro era cubierto por una máscara de acero con unos rubis incrustados en los ojos, el nuevo rey era un misterio, lo unico que se dejaba ver de su presencia era la mata de cabellera negra carbón matando toda esperanza en el peligris de volver a ver al castaño.
Los pecados capitales agacharon su cabeza con solemnidad mostrándole todo su respeto a su regente y siguieron así cuando la reina apareció a su lado con un velo negro cubriéndole el rostro, era símbolo de su eterno luto.
Kuroo se acercó y les dio la indicación a los pecados que se pusieran de pie y tomarán su lugar a las espaldas del trono.
Los angeles se acercaron a su anfitrión y el viejo rey extendió su mano para estrecharla con la del demonio, no obstante está quedó en el aire.
—Es un gusto conocer al nuevo gobernador de tan temibles tierras— pero no hubo respuesta, sólo un sepulcral silencio que fue roto por el miembro de la corte real quien se acercó e hizo una reverencia entre ambos reyes.
—Su magestad quiere terminar con esto lo antes posible, por favor siéntense— pidió amablemente el pelinegro y todos tomaron asiento en la mesa
—Me imaginó que querrá saber cuáles fueron los acuerdos que llegamos con el difunto rey Oikawa— habló con elegancia la reina de los angeles, no obstante el demonio se mantuvo en silencio
—Queremos terminar con el tratado de paz— habló Kuroo helando a la raza alada
Tsukishima se sorprendió de sobremanera, Tetsurō le había dicho que no los iban asesinar, pero ahora... ¿Querían acabar con la paz pactada?
—No queremos una guerra, es innecesaria en estos momentos. No obstante no volveremos a dejar las cosas así si se vuelven a interponer con el bienestar de nuestro reino — siguió hablando el pelinegro con calma —No queremos ver a su raza en nuestras tierras, ni en las mortales. Los humanos están bajo nuestra jurisdicción...— hizo una pausa —Nosotros los haremos caer en tentación, ese es nuestro trabajo— señaló a los pecados capitales— y el suyo es observar sin hacer absolutamente nada— sonrió mirando a los ángeles con superioridad —Cualquier presencia ajena a la nuestra será castigada con la pena máxima— dictaminó
—Ustedes no pueden estar hablando enserio. Esto es una blasfemia en contra nuestra— vocifero el viejo rey
—¿Blasfemia?— preguntó el pelinegro indignado —Ustedes deben de haber perdido la cordura para decir semejante estupidez.— Kuroo iba a soltar más impropios sin embargo la mano levantada del nuevo regente lo hizo callar— Lo siento mi señor—
El rey demonio se levantó de su trono y tomó el pacto entre sus manos.
—Escuchen bien lo que voy a decir— la voz que salía de aquella presencia era rasposa y ronca, denotaba el gran poder y fuerza que cargaba —Este ahora es mi reino— siguió hablando erizando la piel de más de uno — y no pienso seguir haciendo tratos con aquellos que carecen de honor. Aquí la única blasfemia es su misma presencia— escupió con rencor —No obstante he prometido seguir con la voluntad estipulada, no habrá guerras entre nuestros reinos, pero he de ser claro cuando digo que no quiero ver ni una sola puta pluma blanca o yo mismo me encargaré de calcinar hasta su último rastro— dicho lo último el fuego se extendió desde la yema de sus dedos hasta volver cenizas el pacto firmado—Ahora largo antes de que mi benevolencia acabe, ya suficiente piedad hemos demostrado— se dio la vuelta y salió del salón principal sin decir otra palabra más.
Todos habían quedado estupefactos ante la actuación del nuevo rey, excepto los pecados quienes estaban sumamente orgullosos de ser liderados por ese demonio de aura despiadada.
La reina Kairi quien no había dicho palabra alguna también se levantó y se dio la vuelta para retirarse
—Como han visto, esta ha sido nuestra última reunión diplomática, la siguiente que los vea será cuando entierre una daga en su pecho— dijo en voz baja llegando a los oídos de los angeles quienes no dijeron ni una sola palabra ante la amenaza. —Compermiso—
Eso había sido todo, todo vínculo se había roto y ahora nadie se iba a rentar el corazón a la hora de empuñar una espada.
Si el mito era que los demonios eran los peores seres, entonces se volverían una pesadilla.
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Promesa
FanfictionSugawara Koushi el más hermoso de los angeles con el defecto de ser sumamente curioso por el mundo mortal. Oikawa Tooru el rey de los demonios con el defecto de buscar lo hermoso para corromperlo de forma caprichosa ¿Qué puede salir mal de un encue...