Capítulo II

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Domingo, 3 de enero de 2021, 17:41
 

 
   
Taehyung se encontraba marcándole a su madre, no obstante ella no atendía.

¿Qué tontería era esa de tener un niñero?

Él estaba perfectamente bien solo, no necesitaba que un chico menor que él le ayudara con su estabilidad.

Él estaba totalmente bien.

-¡Hyuuuung! -y de la nada, el otro había tomado la confianza de llamarle así.

Qué dolor de cabeza...

Aunque uno muy bien parecido y no tan irritante.

-Quedé con los chicos para ver una película pasado mañana, ¿te dan miedo las películas de terror?

Taehyung estuvo a punto de hacer una mueca de desagrado, pero no tenía por qué exagerar.

Aunque éstas le dieran más que miedo.

-¿Tan pronto como llegas, ya quieres hacerme salir?

-¡Yo soy un hombre de palabra! -Jeongguk volteó a ver el plato de comida que tenía Taehyung en sus manos, sonriendo-. Muy bien.

-Sé que tengo que comer, no tienes que cuidarme.

El menor se le quedó viendo unos minutos, provocando que el contrario se sintiera algo irritado por el exceso de atención a su persona.

-Eres bastante irascible, ¿no?

-Sólo con quienes no respetan mi espacio.

-Estoy a metros de ti -Taehyung iba a reclamarle, pero le interrumpió-. ¡Será a las ocho de la noche! -y salió corriendo al cuarto de huéspedes, o sea el suyo.

Taehyung no está acostumbrado a vivir con otra persona, eso le preocupaba mucho más que salir con el chico y sus amigos.

No sabía si era malo o bueno tener quien le haga compañía por un tiempo.

Eso lo diría el tiempo, y la actitud de Jeon.


;;---;;


Colgó la llamada dando un fuerte suspiro.

Logró tratar con la señora de la frutería. Decirle que las manzanas que trajo eran demasiado pequeñas y que no costaban lo que pagaron por ellas, sin embargo eso no la puso tan contenta...

-Solamente necesito ir para obtener el dinero de vuelta... -murmuró mientras observaba las cajas de manzana. Por consiguiente, la hora.

6:28 p.m.

Su turno terminó hace mucho tiempo, pero él se quedó con el fin de resolver el problema con las manzanas.

Tomó otra hora ir, obtener el dinero y dejarlo en la frutería. Además de decirle a la señora que la tienda no pagaría hasta ver cómo eran las frutas de mañana.

Tanto lío... pero por fin llegué a casa.

Colocando el código en la puerta, entró.

Se adivina quién era el que estaba parado delante de la puerta, viéndole con reproche.

-Tu madre me advirtió sobre las largas horas de horas extras que te hacen hacer -bufó-, pero no sabía que a este grado.

-¿Uh?

-¿Comiste algo?

-Comeré ahora.

-¡¿Apenas vas a comer?! -se calló tan pronto como alzó la voz, agarrando su ceño suavemente, ese que comenzaba a fruncirse-. Ve a cambiarte, te haré algo.

Gardenias ❁ ⁽ᵏˑᵛ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora